El Correo de Burgos

Tino Barriuso viste de negro la ciudad como escenario de su primera novela

Apuesta por el género policíaco, del que confiesa ser un rendido admirador, para tejer la «medida» trama de 'Signo de interrogación'

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Burgos

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L. B. / Burgos

Se le ve contento. Ilusionado, confirma, como la primera vez que leyó sus poemas en las páginas de un libro. Hasta sorprendido. «Rejuvenecido», añade Tino Barriuso (Burgos, 1948), tras la publicación de su primera novela, negra para más señas, a la que ha bautizado Signo de interrogación (Editorial Gran Vía). Una aventura muy meditada que, asegura, le ha recordado unas sensaciones que creía olvidadas y le ha mostrado «que queda más camino por andar y tarea por hacer».

Signo de interrogación relata una cadena de asesinatos que tienen lugar en Burgos y, a la vez, las historias de los personajes vinculados de una u otra manera a esos sucesos que acontecen en apenas medio año, desde el verano hasta el tiempo de hielo, rozando la primavera, a modo de epílogo.

Si algo tenía muy claro el autor era que la protagonista debía ser la propia urbe, su ciudad, «en el mejor sentido de la palabra, debía ser protagonista como lo es Oviedo de La Regenta», señala el columnista y poeta (Paloma sin alas, Que asedia el mar, Una súbita esquina) y reconoce su empeño por mostrar que «aquí, como en tantos sitios, como en el Valladolid de Delibes, la gente vive y vive dulcemente», remata parafraseando a Vallejo.

Barriuso encontró en la historia que rondaba su mente -y que construyó en apenas un año, tras reflexionar durante unos cuantos la posibilidad de dedicarse a la novela- un procedimiento «estupendo» para recorrer la capital burgalesa y reconocerla, «para que sus gentes salgan a la calle, esas gentes tan especiales, tan entrañables, tan hurañas y tan tiernas».

Mucho de él

Signo de interrogación tiene además mucho de él. Tanto que el relato es muy científico, propio del físico que lo alumbra, «está muy estudiado, milimetrado y en él las cosas suceden muy ajustadas en lugar y en tiempo». Cree, y lo dice con bastante convicción, no haber dejado cabos sueltos. Otra obsesión. «Quería una novela decente, crear mis propios personajes alejados de clichés, huir de la chapuza y encontrar un buen final, que es lo que más me costó. Siempre es más laborioso porque tiene que ser así. No solamente hay que justificar la captura del asesino o asesinos, también deben recogerse todos los hilos, como lo hacía Agatha Christie». Palabra de rendido y confeso admirador del «género supremo» en el que se introdujo el autor con apenas 14 años y precisamente de la mano de la 'reina del crimen'.

Siguió con Simenon, Raymond Chandler, Dona Leone, Juan Madrid, y muchos más. Sin obviar el actual fenómeno nórdico, encabezado por Stieg Larsson. Conocida esta pasión, casi resulta lógica la elección del negro para vestir su estreno novelesco que no narrativo.

Con todo, Barriuso salpimenta la trama con algunos destellos de humor y varias historias de amor, las que protagonizan algunos de sus personajes «sin ni siquiera habérselo ordenado», precisa. No le ha sorprendido, algo barruntaba cuando les concibió. «Este es el gran ingrediente de la vida. Ni lo pude evitar, ni quise», apostilla.

Presentación

Tino Barriuso presenta mañana en sociedad su nueva obra, a las 20 horas en el Hotel Fernán González, y lo hará en compañía de Alberto Gómez Barahona, presidente de Esfera Abierta, el editor Eduardo Munguía, Francisco Castaño, docente y poeta, y Antonio Miguel Méndez Pozo, editor de Diario de Burgos. Llega además con los parabienes de familiares, amigos y algunos colegas como Leandro Pérez Miguel y Óscar Esquivias. «A ellos les encantó», reconoce y, de nuevo, sonríe. Está contento.

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