El Correo de Burgos

El quién es quién del corazón de Tino

Tino Barriuso cuelga el cartel de 'completo' en la presentación de su primera novela, 'Signo de interrogación', a la que acudieron representantes de distintos ámbitos

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Anoche le tocaba a él entrar a matar. Era a él a quien le iban a regalar los oídos. A él se le pondrían los pelos de punta. Y a él le descubrirían una nueva novela. La que crea un lector cada vez que la lee. Él es Tino Barriuso. El veterano escritor, sin su fiel sombrero de invierno, presentaba ayer Signo de interrogación (Editorial Gran Vía) en un repleto Hotel Fernán González. Allí no faltó ni Rita. Había gentes de la literatura (Ricardo Ruiz, José Gutiérrez Román, José Ramón Ayllón...), del teatro (Nacho de Miguel, Ángel Arnaiz...), de la pintura (Gerardo Ibáñez, Pepe Carazo...), de la música (Guillermo Díez), de la política, sobre todo de sus compañeros de Unión Progreso y Democracia, como Javier Martínez Gracia, también filósofo, del empresariado, encabezado por la jefa del hotel, la anfitriona, María Antonia Viadero...

El acto empezó puntual con Alberto Gómez Barahona, presidente de la Asociación Esfera Abierta, haciendo de «moderador moderado». Tras sus palabras se hizo con el micro el profesor y poeta Francisco Castaño. No hizo caso al maestro y amigo, al protagonista de la noche, quien días antes cifraba el éxito del presentador de un libro en el cumplimiento de cuatro requisitos: ameno, cortés, sincero y breve. Al amigo Paco se le olvidó la última por lo que tuvo tiempo para destripar la obra, para afirmar que esta novela «es el quién es quién en el corazón de Tino. Aquí estamos todos de una u otra manera», para sacar a todos de dudas y asegurar que es un libro de historias de amor, también policíaco, «pero lo importante son otras cosas», para advertir que se merece una película y ofrecerse a llamar a Giménez Rico -«o a alguno más joven que él»- e incluso para pedir, con falsete y poco éxito, al público que apagase sus teléfonos móviles.

Se percató de su larga elocuencia y siguió la ronda. Cuando Antonio Miguel Méndez Pozo, otro de los presentadores, se preguntaba qué hacía un chico como él en un sitio como aquel ya hacía rato que el psiquiatra y pintor Juan Mons había decidido retirarse a un sofá del vestíbulo para adentrarse en el «Burgos de pesetas» pintado por Tino.

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