El Correo de Burgos

La Castaño sin ataduras y con ángel

La creadora serrana descubre en el Arco de Santa María, hasta el 5 de enero, su pertinaz aventura pictórica en busca del alma de las cosas

Burgos

Creado:

Actualizado:

A.S.R. / Burgos

María José Castaño llega volada, pero radiante, con un aire de película francesa, una Amelie de Cascajares de la Sierra. Está emocionada y tranquila porque ya todas las pinturas ocupan su sitio en el Arco de Santa María. «Que sea lo que Dios quiera y suceda lo que tenga que suceder», dice con una sonrisita pícara haciendo un guiño al título de la exposición. Donde sucede es un viaje por el universo pictórico de la creadora. Comparte sus últimas pinturas, pero, juguetona, también echa una mirada al pasado y cuelga alguna de sus viejas obras como un Nocturno de 1995 que atrapa la mirada del espectador que sube por la escalera de caracol.

La pintora está expectante minutos antes de la inauguración. Para ella está siendo todo muy intenso como lo ha sido el proceso de creación, la búsqueda constante, la investigación pertinaz. Y así una nueva Castaño se abre en esta sala. Una Castaño sin ataduras, que se ha enfrentado al cuadro con alegría. Que quería color, pues venga color. «Estoy en una etapa de permisibilidad hacia mí misma. Me permito ser menos rígida. Estoy pintando lo que yo quiero y de alguna manera se traslada al cuadro, donde yo busco el alma de las cosas», comenta. ¿La ha encontrado? No. «Se escabulle, pero trabajando, estando alerta y siendo perceptiva todo se encuentra, todo sale, sin que tú te des cuenta, todo acaba reflejándose en el lienzo».

Ese alma, ese ángel, juega al escondite en la muestra que permanecerá abierta hasta el 5 de enero. Le gusta perderse por las frondosas arboledas de Castilla. También por los campos de cereal y barbecho que se extienden hasta el horizonte. No. Ahora se ríe y se relaja en el azulón mar de Ibiza. Moja sus pies en las aguas dulces del riachuelo de Mataviejas. Se pega un revolcón por el verde que te quiero verde de San Pelayo. Se convierte en una eterna buscadora de atardeceres naranjas y rojos. Se relaja con el aire que le golpea la cara al amanecer. Sonríe al ver a los seres del Arlanza. Y baila con unos y otros, con los más recientes y con los más viejos, con los grandes y los pequeños. «Es un diálogo sereno y cordial entre ellos».

Son paisajes. Mil y uno. Pero no le gusta a Castaño utilizar esta palabra. «Es muy radical. Me encantaría que fuera más amplia. El aire y el agua son elementos, pero también está el alma de los paisajes o de una industria», aclara la pintora que se declara «muy terrenal».

María José Castaño ha peleado duro con sus penas y alegrías, con sus interrogaciones y admiraciones, con sus esperas y correrías, con sus idas y venidas para convertir en realidad su pasión, también esta nueva exposición en la que se ha rodeado de amigos. Muchos estaban anoche en la inauguración. Algunos han participado en el catálogo, diseñado por Los Duelistas, donde el alma de Donde sucede es mágica y baila sin cesar.

tracking