El Correo de Burgos

BALONCESTO / Adecco LEB Oro

Autocid se desinfla

Cae en un mal partido en el que siempre fue a remolque. Llegó a ponerse por delante (60-61) e igualó a falta de 2:30 (66-66), pero protagonizó un tramo final de partido caótico / Tarragona tuvo el acierto necesario en los momentos calientes

-

-

Burgos

Creado:

Actualizado:

TARRAGONA    82

AUTOCID FORD    71

Servindustria Tarragona: Mendiburu (13), Rodríguez (8), Kiefer (14), Hess (22), Seawright (7) -quinteto inicial- Oglesby (13), Diouf (5), Espuña (-), Berni Álvarez (-).

Autocid Ford: Morley (5), Chris Hernández (9), Chus Castro (17), Manu Gómez (11), Jason Blair (2) -quinteto inicial- Corrales (3), Alberto Miguel (9), Anagonye (14), Lorant (1).

Árbitros: Afonso y Marín.

Eliminados: Oglesby en el bando local y Morley en el cuadro visitante.

Parciales: 18-16; 45-35 (descanso); 60-53; 82-71 (final).

DIEGO ALMENDRES

Acostumbrado a convertir en oro todo lo que encontraba a su paso, Autocid vuelve a probar en sus carnes la exigencia de la LEB Oro. Curioso lo de un equipo sin término medio, cíclico en su devenir en la competición. Camino lleva el cuadro burgalés de repetir lo vivido en la primera vuelta, cuando minimizó el efecto de su espectacular racha inicial con siete derrotas acumuladas en nueve partidos.

Ahora, después de sellar el récord histórico de triunfos de la entidad en Liga Regular, el conjunto de Casadevall ha vuelto a atascarse. Quizá aún narcotizado por los efectos de la derrota sufrida entre semana contra el líder CAI, el equipo local ofreció una mala imagen en su visita al Tarragona, penúltimo clasificado. Allí se dejó la tercera plaza.

Todo salió mal. Desde las individualidades hasta el trabajo colectivo. Sobre todo en retaguardia. La defensa, base sobre la que se solidificó el mejor Autocid de la historia en Liga Regular, se diluyó como un azucarillo en agua. La máquina azul funciona desde atrás y ayer el motor gripó.

Cierto es que sólo es una mancha en el expediente, como también lo es que al Autocid le han pinchado el globo. Razones tenía el técnico, Andreu Casadevall, para poner freno a la euforia y reclamar la atención que merece cada partido.

El de ayer escondía muchas trampas. Visibles, pero letales para la suerte de un equipo frenado en seco de la noche a la mañana. Tarragona exprimió al máximo sus virtudes ante un Autocid obligado a remar a contracorriente desde el inicio.

Poco le importó que el partido se revolucionara en el arranque o que el ritmo bajara las pulsaciones con el paso de los minutos. Autocid nunca se sintió cómodo, lastrado por el bache que atraviesan sus dos máximos exponentes y la debilidad defensiva mostrada ante un Tarragona al que le va la vida en cada lance.

Tuvo su opción, no obstante, el cuadro burgalés. Incapaz de asentar sus escasos momentos de lucidez, Autocid dilapidó sus dos grandes ocasiones de reconducir la situación en el último cuarto. Ni siquiera el 60-61, ni el 66-66 que mostraba el marcador a 2:30 del final, iluminó a un conjunto burgalés en tinieblas, desquiciante en el momento de sentenciar la remontada.

Un revés, no obstante, asumible. Demasiadas emociones a administrar en los últimos días para un equipo que debe reordenar sus ideas, cambiar el chip y tomarse un respiro para afrontar con las mayores garantías el tramo final de Liga Regular. Porque desde el inicio se pudo comprobar que no era el día de los naranjas. Pudieron correr en los primeros compases, pero no anduvieron listos en la transición. Tampoco sacaron provecho de la anarquía catalana.

Incluso, acabaron contagiados de la locura de unos primeros compases en los que Tarragona ganó aplomo gracias al acierto exterior de Hess. Mucho daño hizo el rubio alero desde el perímetro a un Autocid confiado en las penetraciones de Castro y la pelea de Manu Gómez bajo los aros. Las sensaciones no eran, precisamente, positivas, pero los de Casadevall salvaron el primer escarceo del rival (18-16).

Autocid caminaba al borde del precipio y se lanzó al vacío en el segundo acto. Un parcial de 7-0 de salida, con un Oglesby estelar, dejó groggy a un conjunto burgalés ya convencido de que no iba a ser una tarde agradable.

La segunda de Morley alimentó esa mala sensación. Sólo Anagonye mantenía a flote una navez que hizo aguas en defensa. Taragona se soltó la melena con sus 27 puntos anotados en este parcial para elevar la diferencia hasta los 10 al descanso (45-35), para llamar la atención de un Autocid fuera de onda.

Se esperaba la reacción naranja tras el descanso y no se hizo esperar. En los pocos instantes en los que Hernández se encontró cómodo, el equipo burgalés parecía conectarse al partido, pero no estaba enchufado. Sólo así se explica que, tras el 0-9 de salida se pasara a un 10-0 que situaba la máxima del encuentro (55-44). Con las alarmas encendidas y negado desde el exterior, a Autocid no le quedó otra que reconstruirse y limar punto a punto la desventaja.

Tenía tiempo por delante y, una vez Tarragona perdió el hilo en el lanzamiento, el equipo de Casadevall cerró el rebote para crecer en la transición. Hernández lideró el arreón, finiquitado con el 60-61 que abría de par en par las puertas del cielo a 5:35. Entonces, llegó una fuerte corriente de viento y el portazo le pilló los dedos a los azulones. Dos triples de Oglesby y Rodríguez martillearon el ánimo del conjunto burgalés, aún con arrestos para igualar el marcador a falta de 2:30.

Ahora sí, el menor soplido echaría por tierra los débiles cimientos castellanos. Y ocurrió lo peor. Los problemas en el rebote defensivo cavaron la tumba de un Autocid ejecutado por Kiefer. Nada más pudo hacer el equipo de Casadevall, entregado a su suerte en un tramo final en el que las prisas acabaron por hundir sus ataques desesperados. Tarragona toma impulso a a costa de un Autocid necesitado de calma para afrontar próximas batallas.

tracking