Duro escollo, última ocasión, apasionante reto

DIEGO ALMENDRES

Cuestión de sensaciones, de emociones. Casi de impulsos. Incluso, de autocontrol. A estas alturas de la temporada, sólo vale mirar al frente y lanzarse en pos de la conquista fijada, olvidarse de lo conseguido hasta el momento y de lo perdido en el camino. Autocid debe abstraerse -El Plantío, 21,00 horas- de lo que las matemáticas pueden premiar o castigar al término de una última jornada llena de combinaciones e hipótesis, de momento, vacías.

Es algo entre la canasta rival y el conjunto burgalés. Éste sabe que se encuentra en un punto de no retorno. Una situación un tanto incómoda por las consecuencias de la derrota sufrida hace una semana en León, pero atractiva para cualquier deportista y competidor que se precie. Al fin y al cabo, el cuadro azulón depende sí mismo para sellar el objetivo fundamental, el factor cancha, antes de esperar el tropiezo de Vivemenorca y La Laguna.

Sólo vale la victoria, sólo cabe la idea de sumar un nuevo triunfo para poner el lazo a una temporada regular histórica. Una noche vibrante en la que Básquet Mallorca, lejos de ser un convidado de piedra en esta cita, se convierte en una gran amenaza más para los intereses de un Autocid lanzado a tumba abierta.

En esta LEB Oro en lo que lo único claro es que CAI ha ascendido, que Vigo bajará de categoría y que Melilla partirá como cabeza de serie número uno en el play off, todo puede ocurrir. Autocid no puede controlar todas las circunstancias, no puede apagar los posibles fuegos que se propaguen en los puntos calientes de esta jornada. Suficiente trabajo tiene por delante para salir airoso de su cruzada particular, con la misión obligatoria de apartar de la fase final a un peligrosísimo conjunto insular dispuesto a morir con las botas puestas.

Un duelo interesante entre dos equipos dispuestos a librar una batalla sin cuartel. Interesante circunstancia, la cual añade más dosis de picante al envite, si cabe. Un partido de ida y vuelta sería el remate final a un duelo lleno de matices, aunque este camino, quizá, beneficiaría a un Mallorca que se mueve como pez en el agua en los choques abiertos, anárquicos y con ritmos alocados.

Autocid necesita atar en corto al rival para que no se desboque de la mano de un Joan Riera que intentará revolucionar el juego en favor de los suyos. Espinoso asunto si el combinado burgalés cae en la trampa insular, ávido de imponer el criterio que más se adecue a un partido en el que el menor resbalón puede traer consigo una dolorosa costalada en la clasificación.

Por este motivo, el combinado burgalés tendrá la difícil misión de controlar las emociones, de templar el baloncesto en un choque vivo. Es en este punto donde cobra mayor relevancia el estado de forma real de un Chris Hernández que ya dispuso en León de los primeros minutos de juego una vez superada su lesión de espalda. Tras esta toma de contacto, Autocid requiere del buen hacer del californiano para salir airoso del trance en el que la fuerza del bloque se presenta clave para el buen desarrollo de los acontecimientos.

Como dijo días atrás Pep Guardiola, entrenador del Barcelona, a estas alturas de curso «ya no hay cansancio, sólo ganas». Esa es la máxima a aplicar por un Autocid consciente de que ya ha hecho historia, pero de que todavía tiene ante sí la gran oportunidad de romper todos los límites establecidos.

Para conseguir la meta, el combinado burgalés sigue pendiente de la evolución de un Chus Castro mermado por un contratiempo físico que le ha impedido entrenar durante la semana. El gallego es duda, pero se espera pueda estar con sus compañeros. Todo, con el apoyo de una afición que también debe aportar su granito de arena. Es el penúltimo esfuerzo de la temporada, el último de una Liga Regular a la que aún hay que ponerla el lazo.