El Correo de Burgos

BALONCESTO / Adecco LEB Oro

Autocid desata la tempestad

Después de cuatro partidos marcados por los sobresaltos, el cuadro local suelta lastre y desarbola a un Girona limitado físicamente

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Burgos

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AUTOCID FORD    92

GIRONA FC    71

Autocid Ford: Peter Lorant (20), Micah Downs (8), Jerome Tillman (13), Marcus Vinicius (16), Raúl Mena (-) -quinteto inicial- Rai López (8), Chus Castro (5), Manu Gómez (7), Alberto Miguel (10), Albano Martínez (3), Rubén Duarte (2).

Girona FC: Pep Ortega (11), Eric Jiménez (2), Nacho Ordín (4), Levi Rost (15), Thiago Labbate (7) -quinteto inicial- Mateo Kedzo (7), Álvaro Alarcón (-), Sergi Pino (16), Carlos Canals (7), Marc Pujols (2).

Árbitros: Morales y Gómez.

Eliminados: Levi Rost (min. 28) y Thiago Labbate (min. 37).

Parciales: 31-24; 54-40 (descanso); 76-58 y 92-71 (final).

DIEGO ALMENDRES / Burgos

Cuando te juegas los cuartos en un play off de ascenso, todas las victorias tienen el mismo valor. Una fase final no entiende de averages y, a veces, ni siquiera de méritos sumados en pista. Por eso, después de todos los altibajos protagonizados por el Autocid y el sufrimiento acumulado en esta primera mitad del camino, el triunfo de ayer tiene un sabor especial. Al igual que el 2-0 que campea en el cómputo global del cruce que le mide a Girona.

El equipo local se libró de la pesada carga que le impedía mostrar todo lo que lleva dentro. Pasó por encima de un conjunto catalán que se encomienda a su fortaleza en Fontajau para estirar al máximo una eliminatoria en la que parece que Autocid ya se ha hecho con las riendas.

El despliegue mostrado por los pupilos de Andreu Casadevall desarboló a un adversario limitado en sus rotaciones. Había que exprimir el limón hasta sacar la última gota del jugo y, de paso, minar la moral de un Girona hasta ahora lanzado en la digna pelea que mantiene en estos play offs de ascenso a ACB.

La guerra de desgaste era el argumento a explotar por un Autocid que se lanzó a la yugular del rival desde el primer segundo. Si Girona quería un partido ofensivo, lo encontró ante un conjunto burgalés que olía sangre en cada balón. Sin embargo, no era esa la pauta deseada por el coach Ricard Casas.

Downs, como hiciera en el choque inaugural de la serie, tiró del carro al comienzo. Dejó el camino despejado antes de que las faltas personales frenaran su progresión y le relegaran a un papel testimonial el resto de la contienda. Ocho puntos del americano, sus ocho puntos de la noche, dieron lustre al juego del equipo de Casadevall, reafirmado en su planteamiento con el 12-7.

Sólo las pequeñas lagunas en el rebote ofensivo controlaron la sangría en beneficio de un Girona inmutable incluso con el 18-9 que campeaba en el marcador mediado el primer cuarto.

Tanta intensidad quiso imprimir el Autocid a su juego que por un momento cayó en la precipitación, oxígeno para los pulmones catalanes. El cuadro blanquirrojo se dio una pequeña tregua y el acierto exterior de Pino, fino estilista desde el perímetro, hizo el resto para encoger de nuevo el marcador.

Sin embargo, nada iba a frenar el vendaval burgalés en la tarde-noche de ayer. Sólo necesitó coger de nuevo el timón del partido para demostrar quién era el dueño de la situación. Si se trataba de imprimir energía en ambas canastas, Marcus Vinicius es el rey de la pista. El corazón del brasileño y el guión del encuentro le permitieron ser protagonista de excepción en el ataque de un Autocid en el que un impecable Peter Lorant comenzaba a carburar.

Todo resultaba sencillo en el segundo partido. El alto porcentaje de acierto desde el exterior y la carga del rebote ofensivo dieron aún mayor pegada a los de Casadevall, lanzados con el 39-26 a 7:40 para el intermedio. Hacía mucho tiempo que Girona había entendido el mensaje de los locales y su única salvación pasaba por mantener la compostura para aguantar el chaparrón. Pino aceleró desde el triple y las acciones individuales del resto de sus compañeros dieron paso a un bello intercambio de golpes que no gustó nada en el banquillo castellano.

Los de Ricard Casas se estiraron hasta el 45-38 y Andreu dijo basta. Puso orden el preparador de El Plantío y la cuarta personal de Labbate fue otro argumento para que Autocid Ford se estirara en el sprint final con una renta que se presentaba como el nuevo tope de cara a la segunda parte (54-40).

Resultaba inevitable un pequeño respiro por parte de un cuadro local atolondrado en su regreso a la cancha. Downs acumuló su tercera personal, pero Girona no estaba para proezas. Bastante tenía el conjunto visitante con mantenerse de pie sobre la pista, un aspecto que impulsó a los azulones para recuperar sus revoluciones.

Cada paso al frente restaba un punto de vida a un rival que claudicó ante la actuación de un Marcus Vinicius convertido en el 'diablo de Tasmania'. El derroche del brasileño agota todos los calificativos y no sólo soltó su mejor versión ofensiva, sino que sacó de sus casillas a Levi Rost. El americano, único recurso de Girona en el tercer cuarto, se borró del partido con sus 5 personales con 12 minutos aún por disputar.

Sin el exterior y la desventaja acumulada, los de Fontajau navegaron a la deriva. Pino seguía tapando agujeros, pero la fiesta ya había comenzado con el 69-51. Cinco partidos después, los castellanos pudieron disfrutar.

Girona se entregó en un último periodo sin historia. Albano pudo participar de la borrachera ofensiva y era momento de soltar toda la tensión acumulada desde que arrancara el primer partido de la serie inaugural contra Navarra. Autocid apretó el acelerador hasta superar la barrera de los 20 puntos (82-60) y aunque Girona evitó un descalabro mayor, el trabajo estaba hecho, rematado por el canterano Duarte. El miércoles, en Fontajau, habrá una nueva  batalla, pero el equipaje de los azulones ya pesa menos.

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