Baloncesto / LEB Oro
Autocid Ford obra el milagro ante Melilla
El cuadro azulón se anota un triunfo de gran valor moral ante un rival en estado de gracia y que fue por delante de los burgaleses durante 39 minutos / El factor público resultó determinante en el tramo final / Casadevall recibió dos técnicas
AUTOCID FORD 93
BALONCESTO MELILLA 91EL PLANTÍO
Autocid Ford Burgos: Dani López (9), Chus Castro (4), Marcus Vinicius (14), Jerome Tillman (19) y Darren Phillip (21) -cinco inicial-; Juan Aguilar (7), Ross Schraeder (3), Rafa Huertas (13), Mateo Kedzo (3).
B. Melilla: Joan Riera (9), Troy Devries (17), Eloy Almazán (-), Kiril Wachsmann (6) y Lamont (11) -cinco inicial-; Odiakosa (6), Salva Arco (22) Manzano (10), Marco (-) y Suka-Umu (6).
Arbitros: López Luis y Pérez Bermejo.
Parciales: 18-26; 40-50; 66-74 y 93-91.D. O. C. / Burgos
Hay victorias con valor doble, o incluso triple. La conquistada ayer ante Melilla a golpe de sufrimiento, coraje y una fe inquebrantable en sus posibilidades, es un digno ejemplo. Autocid Ford apeló a la épica y llevado en volandas por un Plantío completamente entregado a la causa y decisivo en el tramo final, para remontar en el último suspiro un encuentro agónico en el que fue a remolque de su contrincante de turno durante 39 de los 40 minutos de juego. Pero supo remar cuando la cosa pintaba negra y agarrarse al último rayo de luz para terminar asestando una puñalada mortal a su entonadísimo rival para seguir liderando la tabla clasificatoria.
La consigna de Andreu Casadevall era muy clara: había que minimizar en la medida de lo posible los estragos que Melilla venía causando en los choques anteriores desde el perímetro en las defensas rivales. Y evitar que los de Gonzalo García de Vitoria pudieran meter la quinta para poner en práctica su mortal transición a la contra. No era fácil. Y no se consiguió hasta la segunda mitad.
Los visitantes dejaron muestras de su más que notable capacidad ofensiva desde la primera jugada, poniendo en aprietos a la todavía desajustada retaguardia azulona. Así las cosas Melilla comenzó marcando la pauta en el electrónico (4-9, 6-12) gracias al acierto del pívot Wachsamann, y la buena mano en las penetraciones de y el acierto exterior de Devries.
Ahí apareció la figura inconmensurable de Phillip, que se echó el equipo a las espaldas para destrozar a los interiores melillenses y meter a su equipo en el partido con seis puntos bajo tablero en un abrir y cerrar de ojos (12-14). Sin embargo, la reacción castellana se encontró con una más que contundente respuesta de los de la Ciudad Autónoma. Un triple de su director de juego, Riera, volvió a estirar la renta visitante (14-19).
Los locales tenían problemas en su juego estático y Melilla seguía a lo suyo y hacía estragos en la defensa desde la línea de 6,75 (18-24). Odiakosa abrió la vía de agua casi sobre la bocina (18-26) obligando a Casadevall a solicitar el primer tiempo muerto de un duelo en el que los melillenses estaban imponiendo su ritmo de juego para desesperación de la parroquia de El Plantío.
Con Tillman perfectamente controlado y desaparecido en combate, al igual que los exteriores, los argumentos ofensivos de Autocid se limitaron a buscar el pase interior sobre Phillip.
El segundo cuarto arrancó con un intercambio de triples del que salieron victoriosos de nuevo los visitantes. Tillman desató las hostilidades en su primera canasta del duelo, pero la respuesta de Melilla dejó al CB Atapuerca completamente KO. Y es que los artilleros de Gonzalo García pusieron contra las cuerdas a los burgaleses con tres lanzamientos convertidos consecutivos de tres puntos (dos de Salva Arco y uno de Manzano) que dejaron el marcador en 21-35.
Esta exhibición supuso un duro golpe moral para un equipo acostumbrado a llevar la iniciativa en el juego. Phillip trataba de liderar la reacción, que sin el concurso de los exteriores se antojaba tarea harto complicada. El choque se abrió y Autocid recortó distancias con acciones de Dani López y un triple de Aguilar (28-39). Mientras, Melilla buscaba sentenciar el duelo desde el perímetro, aunque su porcentaje de acierto se redujo sensiblemente en este tramo final.
Casadevall volvió a parar el duelo para intentar variar la peligrosa dinámica que para sus intereses estaba tomando la contienda (30-41), con su equipo atascado y cayendo siempre en la telaraña dispuesta por la zaga visitante. Ni las múltiples rotaciones realizadas por los visitantes bajaron un ápice el nivel de Melilla, sobre todo porque cualquier intento de rebelión de los burgaleses era aplacado por los visitantes a triplazo limpio (34-46).
Con Phillip en el banquillo para darle un respiro Tillman cogió las riendas de la situación en un ímprobo esfuerzo por devolver la vida a los suyos en un choque en los norteafricanos parecían tocados por una varita mágica convirtiendo en oro cada acción de ataque (38-50). Y para colmo, la pareja arbitral acribilló con polémicas decisiones a un desquiciado equipo burgalés que no daba con la tecla para dar la vuelta al choque.
Mucho debía cambiar el panorama para que Burgos pudiera dar continuidad a su racha victoriosa con un contrincante completamente crecido y en el que ya habían aportado puntos al descanso hasta nueve jugadores.
Todo pasaba por mejorar las prestaciones defensivas. A pesar de que Wachsmann y Lamont dejaron en tablas el intercambio de golpe inicial el cuadro burgalés se apretó los machos en la retaguardia y consiguió robar varios balones que les permitió hacer canastas fáciles al contragolpe para reducir la renta hasta seis puntos en apenas tres minutos (48-54). García de Vitoria tuvo que llamar a capítulo a los suyos por vez primera en el duelo. Entonces cometió Dani López su tercera falta y se tuvo que ir al banco antes de tiempo. Pero las sensaciones habían comenzado a cambiar en la pista.
Vinicius volvió por sus fueros y se convirtió en pieza clave de la remontada azulona. Un triple del brasileño redujo la ventaja visitante a cuatro puntos (52-56). Para entonces Autocid Ford ya había recobrado sus señas de identidad y se trocó en la escuadra rocosa y temible de otras tardes. Y el mismo jugador devolvió las tablas al marcador acto seguido tras un robo de balón (58-58). Lo más difícil estaba hecho.
Arco se sacudió la presión ambiental con un triple, seguido de una técnica a Casadevall que se tradujo en dos puntos más para los melillenses desde la línea de libres y balón de banda. Tocaba remar de nuevo. Y entonces entró en pista Pep Ortega después de una larga lesión. Las buenas penetraciones de Arco permitían a los visitantes seguir sumando. Y para colmo Suka-Umu se sumó a la fiesta del triple (61-70), lo que unido al festival de errores en contra de los castellanos de la pareja arbitral terminó exasperando a Casadevall, cuyas protestas le terminaron por costar la segunda técnica y parecieron romper el choque (63-72) aunque los melillenses no supieron aprovechar todos sus tiros libres.
Esta decisión provocó el clamor unánime de la afición, que se entregó con pasión a la causa azulona. Era ya una batalla sin cuartel, cuya mecha encendieron los colegiados y de la que Melilla salía siempre bien parada por su acierto exterior. Huertas, a base de coraje, trataba de guiar a los suyos a la épica final, pero los visitantes se mostraron siempre muy sólidos y en ningún momento perdieron la concentración. De nuevo Huertas acercó a los suyos desde los 6,75 (76-85). Había partido con seis minutos por delante. Y acto seguido remachó Phillip con cuatro puntos seguidos (80-81).
Tillman culminó la remontada tras un robo de balón (82-81), aunque la ventaja duró un suspiro por el acierto de Devries. Los americanos de Autocid tiraron del carro en el momento decisivo, con todo por decidir (84-84, a 2:50 del final).
Y el factor público fue decisivo. Autocid dispuso de dos balones para ponerse en ventaja, pero fue Arco, quien desde el triple deshizo el empate (84-87). Luego llegó la acción del partido en un vuelo de Tillman que remachó un balón que se salía del aro para poner el 89-88 en el luminoso a 50 segundos para el final.
De ahí al final los locales estuvieron finos en los tiros libres para terminar llevándose un gran triunfo para delirio de la afición.