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El Mirandés agranda su leyenda copera

El cuadro rojillo empata en El Sardinero, donde supo sufrir y aprovechar sus opciones / Tuvo enfrente a un Racing Santander muy serio, que incluso en inferioridad numérica apretó mucho / Pablo Infante volvió a ser decisivo

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Burgos

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RACING DE SANTANDER    1

CD MIRANDÉS    1

Racing de Santander: Mario, Álvaro, Torrejón, Bernardo, Cisma, Tziolis, Colsa, Kennedy, Munitis (Sotres, min. 59), Arana (Jairo, min. 68) y Stuani.

CD Mirandés: Nauzet, Garmendia, Raúl García, Caneda, Corral, Natxo Garro (Iribas, min. 70), Martins, Muneta, Baraona (Mujika, min. 54), Pablo y Alain (Lambarri, min. 77).

Árbitro: Iturralde González (colegio vizcaíno) Mosatró cartulina amarilla a los locales Álvaro, Stuani y Torrejón, así como a los visitantes Raúl García, Natxo Garro y Pablo. Expulsó por doble amarilla al jugador del Racing de Santander Bernardo en el minuto 56.

Goles: 1-0, min. 35: Munitis. 1-1, min. 72: Pablo, de penalti.

Santander

Este Mirandés no conoce límites. No sólo es capaz de vencer en El Madrigal contra un Villarreal despistado, o de superar de forma clara al Racing de Santander en Anduva, sino que también sabe competir cuando las cosas se ponen serias, cuando un Primera herido en el orgullo pone toda la carne en el asador para reivindicarse, para demostrar que lo de Miranda fue un despiste. Ahí es cuando echa mano de su consistencia, de su oficio. Del resto se encarga Pablo.

El Racing de Santander simplemente no pudo con un Mirandés que agranda su leyenda en la Copa del Rey. Los rojillos, liderados por el de siempre (Pablo volvió a marcar la diferencia), empataron en El Sardinero y se metieron en los cuartos de final, donde se medirán al Espanyol o al Córdoba (el partido de vuelta se juega hoy en Cornellá a las 21,00 horas y en la ida el Córdoba ganó 2-1).

El conjunto burgalés lo pasó mal. El Racing se tomó el partido muy en serio, puso en el campo toda su artillería y jamás perdió el sitio. Esa solidez defensiva que le ha hecho inaccesible en la competición liguera la puso en práctica ayer en Santander. La magia volvió a ser cosa de Pablo, que no sólo marcó el gol, sino también provocó el penalti y llevó el mayor peligro a la meta santanderina.

Toca disfrutar de los conseguido, de saborear el premio al buen fútbol y al trabajo bien hecho. Quizás cuando pase toda esta vorágine se pueda valorar en su justa medida lo que este equipo está consiguiendo.España entera está boquiabierta con un equipo que contagia y que es capaz de jugar de tú a tú contra equipos, sobre el papel, muy superiores.

El choque comenzó con un Racing de Santander bien situado sobre el terreno de juego y que pronto se hizo con las riendas del juego. Parecía la continuación de lo sucedido en Anduva en los segundos 45 minutos. El control era cántabro, aunque los de casa no eran capaces de crear peligro. El Mirandés no estaba cómodo y es que tenía enfrente a un oponente de superior categoría, muy ordenado y que estaba realizando un partido muy serio.

Aunque la primera oportunidad clara de desequilibrar la balanza fue para los rojillos. El balón le llegó a Pablo en una contra y tras recortar a su par se sacó un disparo con la derecha al que Mario respondió con una buena mano. Los minutos iban pasando sin que nada destacable sucediera, aunque era siempre el Racing el que parecía estar un paso por encima. Los racinguistas aplicaban la frase hecha de, ‘vísteme despacio que tengo prisa’, y de esta forma llegó el 1-0.

El Mirandés perdió un balón en ataque y los de Santander montaron una rápida contra. Stuani metió un buen balón interior a Munitis, quien le ganó la partida a Caneda y definió a la perfección.

El gol ponía picante a la eliminatoria, daba vida al equipo de Primera y metía presión a los de Miranda. Pero ninguno de los equipos se volvió loco tras el gol. No obstante, fueron los locales los que tuvieron otra buena ocasión. En esta ocasión Stuani y Munitis intercambiaron los papeles. Fue el cántabro el que asistió a su compañero, pero el uruguayo se encontró con la pierna de Corral, que impidió el segundo.

Se llegó al descanso con la ventaja de un Racing que daba por bueno el resultado y que veía encaminada la eliminatoria. Al Mirandés le tocaba apretar los dientes y no perder la compostura, ya que su rival estaba realizando un partido muy serio.

El guión no cambió en la reanudación, aunque fue otra vez el Mirandés el que gozó de la primera aproximación de peligro. El omnipresente Pablo tuvo una buena opción, pero estuvo lento en el disparo, por lo que la defensa lo taponó.

Llega la expulsión

En el minuto 56 Bernardo vio la segunda amarilla por un codazo a Alain. La jugada podía cambiar el sino del choque, aunque el Racing de Santander siguió llevando la batuta. Perfectamente situado y sin prisas, los de El Sardinero apretaban y ponían las cosas muy complicadas a los de Pouso, que comenzaban a pasarlas canutas. El acoso sobre la meta de Nauzet aumentaba con el paso de los minutos y en nada se notaba que los de casa estaban en inferioridad numérica.

Las pérdidas de balón en el bando burgalés eran continuas y, aunque las ocasiones de verdadero peligro no llegaban, las sensaciones no eran buenas. El acoso de los de Fede Castaños era cada vez mayor y la balanza se podía equilibrar en cualquier jugada.

Sin embargo, cuando peor lo estaba pasando el cuadro ferroviario llegó la contra salvadora. Tuvo que ser otra vez Pablo el protagonista. Segundos antes había tenido una ocasión similar, aunque se había llenado de balón. En la siguiente no falló. Torrejón fue su víctima. El central racinguista se tragó el señuelo y derribó de forma clara a la estrella rojilla en el área.

El pichichi mirandesista asumió la responsabilidad y materializó la ocasión sin aparente dificultad.Era el quinto gol del burgalés en la Copa del Rey, lo que le convierte en el máximo realizador del torneo.

El empate a uno rompió definitivamente el partido. Fue la puntilla para un Racing de Santander que había dejado de creer. Comenzó a acusar su inferioridad numérica y el orden y buena situación de los minutos anteriores dejó de existir. Es más, en alguna acción se pudo ver la impotencia de un equipo que estaba ya rendido a la evidencia.

Aunque los de Santander no tiraron la toalla y lo siguieron intentando. Stuani y Jairo tuvieron dos ocasiones antes de llegar el final del choque, mientras que también el CD Mirandés tuvo alguna opción ala contra.

La fiesta estaba en la grada y es que la marea rojilla disfrutaba una vez más con su equipo. También en el césped los jugadores eran conscientes de que estaban escribiendo una nueva página de la historia del club, que estaban en cuartos de final y que se encontraban entre los 8 mejores equipos del torneo. Casi nada.

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