El Correo de Burgos

>FÚTBOL / Play off de ascenso a Segunda División. Partido de vuelta

El CD Mirandés toca el cielo

El conjunto rojillo supo sufrir y, cuando más complicada estaba la eliminatoria, sacó a relucir esa madurez que les faltó hace un año en la misma competición para poner la guinda a una campaña redonda

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Burgos

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ATLÉTICO BALEARES 1

CD MIRANDÉS  2

Atlético Baleares: Xavi, Izquierdo, Martín, Quesada, Brayan, Mathias, César Diop, David Sánchez, Thiago (Peter, min. 75), Antoñito (Dani, min. 71) y Perera.

CD Mirandés: Nauzet, Garmendia, Raúl García (Natxo Garro, min. 85), Caneda, Aitor Blanco, Martins, Martínez (Lambarri, min. 75), Muneta (Iribas, min. 63), Mujika, Pablo y Alain.

Árbitro:  Puludo Santana (colegio canario). Mostró tarjeta amarilla a los locales Diop, Izquierdo y David Sánchez, así como a los visitantes Raúl García, Mujika, Martínez y Lambarri. Expulsó al jugador local Martín en el minuto 82 por doble amarilla.

Goles: 1-0, min. 53: Brayan;1-1, min. 83: Pablo, de penalti; 1-2, min. 90: David Sánchez, en propia meta.R. MENA / Palma de Mallorca

El Mirandés puso el colofón a una temporada memorable, histórica, prácticamente perfecta, sin mácula. Después de convertirse en el equipo de toda España en una Copa del Rey inolvidable, ayer consiguió el ascenso a la Segunda División, su último objetivo. Fue un final feliz tras un partido agónico en el que el oficio de Lambarri y la eficacia de Pablo resolvieron. El gol de David Sánchez en propia meta en el 90 se quedó en una anécdota.

El club rojillo ha recogido los frutos al trabajo que se inició hace unos años en Tercera División. Una labor técnica impecable ha dado forma a un proyecto ganador que ha ido madurando y aprendiendo de los errores. En la mente de los mirandesistas estaba aún aquel partido en Anduva contra el Guadalajara, aunque el choque de ayer fue justo lo contrario. En esta ocasión los últimos 20 minutos fueron cruciales, pero para que los rojillos consiguieran su objetivo. Reaccionaron cuando peor se ponía el panorama, cuando el Estadi Balear gritaba aquello de ‘Sí, se puede’. El equipo castellano tiro de experiencia, de madurez y se llevó el premio gordo.

Los de Miranda apretaron los dientes, como ya había avisado Carlos Pouso. En un césped de hierba artificial ‘encharcado’ de caucho, el equipo burgalés estuvo siempre incómodo, fuera de sitio. Las circunstancias pesaron, pero no lo suficiente. Esta vez el Mirandés no se ahogó en la orilla, sino que nadó cuando lo tuvo que hacer, a tiempo, y llegó a la playa, a la de Palma, vivito, coleando y como equipo de Segunda División. Misión cumplida.

Sin embargo, a los rojillos les tocó sufrir desde el principio. Y es que el Atlético Baleares comenzó mucho mejor. A los de Pouso se les veía desubicados sobre el césped artificial del Estadi Balear. No encontraban el sitio y el balón les duraba un suspiro. La grada y el equipo insular apretaban y el cuadro rojillo necesitaba reaccionar cuanto antes, ya que estaba a merced de su oponente. El partido era muy diferente al que se jugó en Anduva. Thiago, una de las novedades con respecto a la ida, hacía mucho daño por la izquierda. El Mirandés capeaba el temporal como podía.

 Fue en el 12 cuando llegó el primer aviso serio del cuadro balear. Raúl García erró, Antoñito le robó la cartera y, cuando Perera iba rematar a placer, Garmendia metió una pierna salvadora. La tormenta insular amainó con el paso de los minutos, aunque los burgaleses no acababan de encontrar la tecla adecuada para funcionar a pleno rendimiento.

El ritmo del choque descendió y la escuadra castellana lo agradeció. Se metió un poco más en el partido, si bien de medio campo hacia adelante le costaba combinar con acierto. El encuentro se enfrió, aunque eran los insulares lo que daban una mayor sensación de peligro cuando se acercaban al área. El Mirandés necesitaba por lo menos asustar, pero su juego ofensivo era demasiado directo y seguía sin adaptarse al terreno de juego.Sigue en edición impresa

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