FÚTBOL
Un gol de leyenda
El 14 de junio de 1987 un tanto de Eizmendi frente al Salamanca en el último segundo permitía al Real Burgos ascender a Segunda
DIEGO ALMENDRES / Burgos
El fútbol se nutre de héroes, de símbolos, de emociones a flor de piel. La memoria del aficionado se forja a golpe de alegrías o de amargas decepciones, de épica, de experiencias grabadas a fuego en el alma. El fútbol, además, reserva un hueco en el Olimpo a mitos casi anónimos que, sin embargo, dejaron huella en sus más o menos exitosas carreras deportivas. El fútbol, en definitiva, es territorio abonado para románticos. El dinero mueve un negocio de dudosa rentabilidad económica, pero el sentimiento puro y duro hace que perdure en el hincha el contacto directo con las tardes de gloria, como la vivida en Salamanca el 14 de junio de 1987.
El gol de Eizmendi en el último segundo del partido decisivo es uno de esos pestañeos que quedarán para siempre. Es el símbolo de toda una generación que vibró con las hazañas del Real Burgos, una «pequeña gran historia de fútbol» a ojos de José Antonio Irulegui, entrenador del proyecto. El curso 1986/1987 se escribe con letras doradas para un club que, de repente, se hizo mayor.
En una categoría constituida por un grupo único en el que militaban históricas escuadras, el Real Burgos peleó con los mejores durante toda una temporada marcada por la reestructuración prevista en la división de bronce.
Los de El Plantío necesitaban la victoria en el campo de un Salamanca al que le valía el empate ante sus aficionados para sellar el objetivo común. Sólo podía quedar uno y Tamayo adelantó a los burgaleses, pero el gol de Biota y la expulsión de Ibáñez parecían definitivas. Hasta que Eizmendi (Ikaztegieta , 1961) remató a la red un córner ya histórico. A partir de entonces, nada fue igual para el Real Burgos. «Aun sabiendo que era difícil, creíamos que podíamos ganar», explica el gran protagonista del día.
«Estuvimos todo el año en puestos de ascenso, pero llegamos a la última jornada obligados a sumar la victoria», recuerda. Y eso que ni siquiera tuvo tiempo de asimilar la importancia de su acción. «Sentí alegría, pero en el momento no sabes lo que significa. Es en el vestuario donde entiendes que es un paso adelante», señala.
Aún hoy, el ex futbolista resta peso a su gol en un contexto futbolístico de éxitos y alegrías para el fútbol burgalés. «No sé si merece tanto reconocimiento. El Real Burgos después jugó en Segunda y Primera. Quizá fuera el inicio del camino, pero nada más», explica. Irulegui, sin embargo, lo tiene muy claro. «El gol de Eizmendi tuvo mucha importancia. Burgos ya había logrado otros ascensos a Segunda A, pero fue algo destacado y más teniendo en cuenta que ahora no está la cosa bien», afirma el técnico, quien recuerda con nitidez aquel lance. «Significó una de las victorias más bonitas que se pueden vivir en el mundo del fútbol», destaca.
Fueron días de una gran tensión, especialmente emotivos para un técnico que ya había anunciado su marcha del club al término de su segunda temporada en el banquillo. «Hubo comentarios, pero puse todo mi empeño y esfuerzo en conseguir ese ascenso para marcharme de Burgos con esa satisfacción», indicó.
Irulegui (Lasarte, 1937) tenía la «intención» de dejar el fútbol, pero su carrera aún le llevó a dirigir equipos como el Xerez, el Mallorca o un insolente Villarreal. «Al final retomé mi postura. Quería cambiar mi forma de vida, pero seguí como entrenador», zanja con naturalidad. Se marchó con la conciencia tranquila, con el triunfo del trabajo bien hecho. «Tuvimos el acierto o la fortuna de marcar», apunta, en una tarde gloriosa, aunque complicada. «En un partido no piensas en nada que no sea buscar soluciones para alcanzar el objetivo. A veces llega y otras no».Sigue en edición impresa