El Correo de Burgos

AVENTURA

«Jairo perdió el equilibrio»

Amigo y «hermano» del desaparecido Jairo Domingo, la otra mitad de los Biciclimbers aclara lo ocurrido en aquel accidente que costó la vida a su compañero en el Chimborazo.Aún afectado por el suceso, reserva un hueco en el futuro para rendirle homenaje

Burgos

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DIEGO ALMENDRES / Burgos

Han pasado dos meses desde que el Chimborazo se cobrara la vida del montañero burgalés Jairo Domingo. Para Fernando Antón, la otra mitad de los Biciclimbers, el tiempo se ha detenido. Amigo, «hermano», compañero, sus planes de futuro quedan aparcados. Quedan los buenos recuerdos, las experiencias disfrutadas y una ventana abierta a la aventura, pero también el dolor y la frustración por las informaciones llegadas entonces desde Ecuador.

Pregunta.- El Chimborazo se cobró la vida de Jairo y las autoridades les acusaron de falta de experiencia y preparación. ¿Cómo vivió aquella situación?

Respuesta.- Eso son chorradas. Se han dicho muchas cosas que me han dejado alucinado. Lo que pasó en el Chimborazo no fue producto de la falta de experiencia o de preparación porque hemos hecho cosas más complicadas. Para nosotros la seguridad estaba por encima de todo, así que no digan tonterías. Incluso el día anterior nos planteamos no salir porque no tenía buenas sensaciones y me dolía el estómago por el mal de altura. Siempre hemos respetado a la montaña.

P.- ¿Qué ocurrió en aquella ascensión?

R.- Nos salimos un poco de la ruta habitual y detrás venían unos colombianos con un guía. Éste después me reprochó que no les esperáramos cuando muchos de ellos dejan pasar a otros grupos que no les han pagado. Jairo y yo quedamos en que, si no era absolutamente necesaria la ayuda de un guía, optáramos por la aventura. Es más peligroso y lo sabíamos, pero teníamos capacidad suficiente para escalar ese pico y todos los que teníamos programados.

P.- Entonces, siguieron su plan inicial.

R.- Jairo y yo dejamos a ese grupo un margen de una hora desde la salida del refugio porque creíamos que iban a ir muy despacio al ser tan numeroso. En 45 minutos les adelantamos. Según ellos, su guía nos dijo entonces que había que ir por la izquierda, pero nos fuimos un poco hacia la derecha por indicación del GPS.

P.- ¿Era accesible esa ruta alternativa?

R.- Vimos que por ahí se podía subir, aunque había un resalte de hielo de dos metros antes de llegar a la arista. Comenzamos a escalar. Le pedí a Jairo que se asomara cuando llegara al inicio del resalte y que me esperara. Yo estaba a tres metros de él en diagonal, tomando aire. Él estaba en el punto marcado y, de repente, hizo un aspaviento y le vi caer hacia atrás. Perdió el equilibrio.

P.- ¿Qué habría pasado de haber ido encordados?

R.- Optamos por no encordarnos. Si el compañero puede salvarte en caso de caída hay que hacerlo, pero si no se ve claro que puedas asegurar la vida del otro, es mejor no tener dos cadáveres. Es duro decirlo, pero es algo que teníamos decidido Jairo y yo. Teníamos la cuerda en la mochila y durante la escalada ninguno de los dos propuso hacer uso de ella porque no estaba asegurada la posibilidad de hacer una detención en caso de caída. Cuando me lo reprochó el guía, alucinaba con me pidiera explicaciones porque él debe saberlo.

P.- ¿Fue entonces cuando dio la alerta?

R.- No. Al caer Jairo, los colombianos llegaron a su altura. El guía era paramédico y, cuando bajé, me dijo que avisara a los equipos de emergencia. Desde el dispositivo vía satélite mandé una señal de alerta con el SPOT (localizador mundial de avisos). La llamada llega al consulado desde Estados Unidos y allí una riojana que se llama María del Mar se portó muy bien. Entonces, volví a por Jairo con una camilla y con mucha esperanza acompañado por unos guardas, hasta que en el camino nos encontramos con un grupo. Nadie me habló y me temí lo peor. Fue entonces cuando me lo dijeron.

P.- ¿Cómo interpreta lo que pasó a partir de entonces?

R.- Había perdido una parte de mí y la prensa de Ecuador comenzó a presionar. Querían hablar con nosotros y había cámaras. Allí son sensacionalistas y por eso a España ha llegado la información que ha llegado. Escribieron una sarta de tonterías, como que cayó desde una grieta o que íbamos mal encordados. No lo entiendo.

P.- ¿Habían sufrido algún problema durante el viaje?

R.- Todo marchaba genial. Pasamos del mejor momentos de nuestras vidas al peor. Hay un antes y un después de todo ésto.

P.- Ahora inicia una nueva etapa. ¿Hay hueco en la mochila para la aventura?

R.- Sí. Me voy con una chica que se dedica a este mundo. Escala y la gusta la bicicleta, aunque después de lo que ha pasado, todo cuesta. No he vuelto a la montaña, sólo he estado en los Picos de Europa. Es el lugar que nos vio nacer como alpinistas y donde dejamos las cenizas de Jairo. Para escalar hay que estar bien mentalmente y todavía no tengo fuerzas.

P.- ¿Ha perdido la ilusión?

R.-Ahora no tengo fuerza, pero la aventura es un modo de vida. Es cierto que he perdido a una de las personas más importantes, pero supongo que algún día volveré a escalar. No creo que a él le guste que lo deje porque para nosotros era la vida. Los paisajes, los lugares, la soledad de un lugar inhóspito... para nosotros es lo normal y por eso lo acabaré haciendo. Me llevaré conmigo los pies de gato y el arnés para cuando me anime.

P.- ¿Se ha planteado algún tipo de homenaje a Jairo?

R.- He pensado en terminar el viaje. Cogerlo desde donde la cosa se jodió y llegar a Ushuaia por mi cuenta. Para que alguien me acompañe esa persona debería ser muy especial. No se trata de sustituir a Jairo porque es imposible. Quizá el año que viene, si las cosas van bien y no me he planteado hacer algo de continuo... o quizá más adelante. Es una idea que tendré siempre en la cabeza porque es algo meditado, pero todavía no tengo fuerza. No me veo capaz de sonreír y estos proyectos requieren estar bien. Luego están los recuerdos de toda una vida que hemos compartido, no únicamente del viaje. Son muchas cosas.

P.- El futuro ha cambiado por completo.

R.- Éramos amigos desde los cinco años, compañeros de todas las aventuras. Aprendimos a hacer escalada, snowbord... cuando introdujimos la bicicleta nos fuimos a Noruega y en Gredos hicimos el primer curso. Con él he vivido todo, desde que éramos críos, adolescentes... Siempre estaba ahí. Jairo y yo teníamos la ilusión de montar algo relacionado con la aventura a nivel internacional. Queríamos hacer viajes a otros países. Por ejemplo, conocimos Colombia y creíamos que sería un buen lugar para crear una empresa. Ahora no tengo fuerzas para hacer algo así por mi cuenta. Es el peor momento de mi vida.

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