El Correo de Burgos

FÚTBOL / Segunda División

El Mirandés desactiva al Zaragoza

El conjunto rojillo completa un ejercicio colectivo perfecto / El cuadro maño, agobiado, cedió a los de Arconada las mejores ocasiones de la primera parte / Los burgaleses cerraron filas en el tramo final

Burgos

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ZARAGOZA  0CD MIRANDÉS 0ZARAGOZA: Leo Franco, Paredes, Álvaro, Roger (Jorge Ortí m.78), Luis García (Movilla m.56), Montañés, José Mari, Víctor, Abraham y Cidoncha (Barkero m.46).

MIRANDÉS: Prieto, Flaño, Koikili, César Caneda, Nagore (Lucena m.63), Mújika, Iván, Ruiz de Galarreta (Martínez m.81), Corral, Díaz de Cerio e Iriome (Juan Muñiz m.70)

Árbitro: De Burgos Dengoetxea, del colegio vasco. Amonestó a Paredes y Álvaro por parte local, y Prieto, Koikili, Mújica, Corral y Nagore por el Mirandés.Zaragoza

Tiene motivos el CD Mirandés para la ilusión en este arranque de temporada en Segunda División. Tras la victoria conseguida en el estreno frente al Barcelona B, ayer el conjunto de Gonzalo Arconada sumó un punto de  prestigio en el feudo de un histórico recién descendido de Primera como es el Zaragoza.

Los rojillos cuajaron un gran ejercicio colectivo para desactivar a uno de los favoritos al ascenso. Las mejores ocasiones en la primera parte fueron burgalesas y Prieto volvió a aparecer de forma providencial en el minuto 88, cuando La Romareda ya cantaba el gol de los suyos.

El CD Mirandés cedió de inicio la iniciativa al Real Zaragoza, o fue el conjunto maño quien se hizo con el control del balón. El cuadro local estaba obligado a no especular y a resolver cuanto antes la situación para evitar sobresaltos, consciente de la importancia de no conceder favor alguno a los rojillos.

Intentaron los aragoneses crecer con Montañés como protagonista en el extremo, pero el Mirandés supo guardar su portería sin mayores agobios. Con las cartas boca arriba, los de Arconada ganaron enteros en ataque y a punto estuvieron de adelantarse en el minuto 18 en un balón colgado que Nagore no acertó a remachar en una posición cómoda.

La Romareda comenzaba a impacientarse. Exigía la grada una mayor presencia de los suyos en las cercanías del área de Prieto y se encontró con un Mirandés al alza a medida que avanzaba la primera parte.

Por mucho que Rodríguez buscara su opción con un disparo lejano sin peligro, la escuadra de Anduva tenía la situación bajo control. La batalla en el centro del campo se decantó del bando visitante y, con espacios, los pupilos de Arconada tuvieron ocasiones claras para adelantarse. Leo Franco impidió de manera providencial el tanto de Díaz de Cerio en el mano a mano y la sucesión de lanzamientos desde la esquina metieron en apuros a los maños. En uno de ellos, Mujika remató fuera.

Sin embargo, también hubo margen para la polémica en un lance de Víctor que tocó en el larguero después de que el balón se topara en Corral. El Zaragoza pidió mano del defensa ferroviario.

La desesperación del equipo de Herrera favorecía a un Mirandés que se adueñó del partido. Era el momento del cuadro de Arconada, pero no encontró la fórmula para profundizar en la histeria del rival antes del descanso.

La responsabilidad atenazaba al rival, mientras los burgaleses cumplían su plan previo a la perfección. Sólo Leo Franco evitó que el Mirandés diera un golpe de efecto casi definitivo a un Zaragoza falto de profundidad, remate y confianza en su juego colectivo.

No tuvo más remedio Paco Herrera que mover ficha desde el banquillo. La calidad y experiencia de Barkero en detrimento de Cidoncha partía como una apuesta más ambiciosa por parte de un Real Zaragoza cada vez más agobiado en su intención de mandar con la pelota sobre el terreno de juego.

Afortunadamente para el Mirandés, nada cambió en un escenario muy propicio para sus intereses. Los burgaleses anularon en su feudo a uno de los conjuntos más potentes de la categoría. Con el centro del campo en su poder, el rival dejó claras sus intenciones al dar entrada a un mediocentro como Movilla por Luis García.

Todo marchaba a pedir de boca a la espera del movimiento esperado en el último tercio de campo. Los minutos pasaban y el Zaragoza se amparaba en ocasiones aisladas como un lance culminado por el defensa Álvaro y resuelto por Prieto.

Cierto es que el encuentro tenía buen color para los intereses del Mirandés, pero el juego entró en una fase en la que ni unos ni otros parecían encontrar respuesta ofensiva. Víctor se erigió en la gran esperanza aragonesa, mientras los mirandeses seguían a lo suyo con 20 minutos por disputar.

Por inercia, el Zaragoza se acercaba al marco de Prieto y Roger también quiso unirse al despertar del rival. Era importante que la escuadra ferroviaria no perdiera el rumbo porque tenía al alcance de la mano la posibilidad de conseguir un resultado positivo.

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