El Correo de Burgos

Baloncesto / LEB Oro

Autocid se cuela en la final por la vía rápida

El cuadro azulón despluma a Breogán en una nueva exhibición antes del descanso, donde arrolló a los lucenses a golpe de triple para poner el 3-0

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Burgos

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D. O. C./Burgos

Autocid Ford desplumó a Breogán por la vía rápida y se cuela en la gran final del play-off de ascenso a la ACB, donde todavía espera rival. El combinado burgalés destapó nuevamente el tarro de las esencias para aprovechar su primer match-ball en Lugo. Primero a golpe de triple, en una reedición de la exhibición del pasado domingo, y luego cambiando de argumentos para rematar la faena en la pintura. 

Demostrando que tiene  un increíble arsenal de recursos para imponerse con enorme autoridad a un rival duro de pelar pero que llegó al tramo decisivo muy castigado por las lesiones (su mejor hombre, Diouf, tampoco pudo jugar ayer) y agotado físicamente.  3-0 y a pensar en la final, en la tercera que disputará en apenas cinco temporadas. Casi nada. 

Cinco días después Autocid retomó el encuentro del domingo en el mismo punto en el que lo dejó. Como si hubiera dejado el duelo en ‘pause’ y lo reiniciara cuando y como quiso, pese a que la eliminatoria se había trasladado a Lugo.

Se plantó en el Pazo dos Deportes tal y como finalizó el segundo duelo de la serie. Sometiendo a Breogán a golpe de triple, una pesadilla para los lucenses, incapaces de frenar el vendaval que nuevamente se les venía encima. 

Sábat inauguró el marcador desde más allá de la línea de 6,75. Marcando el terreno. Y acto seguido Peña se sumó a la fiesta para poner el 0-6 en el tanteador. El público local se frotaba los ojos. No se lo podía creer. Pero lo mejor estaba por llegar, para los intereses azulones, claro.

Pues de inmediato Maresch respondió al tímido intento de acercamiento del Ribeira Sacra con un nuevo triple, el tercero en otros tantos intentos (4-9). Pese a que Breogán había redoblado esfuerzos en la retaguardia, los castellanos derribaron la barrera planteada por Lisardo Gómez con unos bombarderos en estado de gracia. 

Acto seguido el escolta austríaco cometió su segunda falta y se tuvo que ir de inmediato al banquillo. Un contratiempo sin importancia en un equipo completamente lanzado. El pívot celeste Schaftenaar tomó el mando de las operaciones ofensivas de los suyos acortando distancias en lanzamientos bajo el aro.

 

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