El Correo de Burgos

Fútbol / Segunda B

El Burgos CF no da la talla

Los blanquinegros se atascan frente a un inofensivo Tropezón en un choque para olvidar / Los de Fede Castaños carecieron de argumentos futbolísticos para doblegar al penúltimo / La parroquia local comienza a exasperarse

Dani Guillén trata de salvar la entrada de un jugador del Tropezón-Santi Otero

Dani Guillén trata de salvar la entrada de un jugador del Tropezón-Santi Otero

Burgos

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 BURGOS CF 0CD TROPEZÓN 0Burgos CF: Álvaro del Val, Andrés, Dani Guillén, Manu Torres, Quesada, Beñat (Jorge Sáez, min. 74), Gabri Gómez (Carralero, min. 74), Moke (Antón de Vicente, min. 89), Cristian, Gabri y Javi Hernández.

CD Tropezón: Iván, Fernando, Bustillo, Estrada, Luis Alberto, Pacheco, Fresno, Engonga (Gimeno, min. 92), Daniel (España, min. 90), Prado y Marañón (Primo, min. 87).Árbitro: González Esteban (colegio vasco). Mostró cartulina amarilla a los locales Andrés, Cristian y Javi Hernández; y a los visitantes Luis Alberto y Engonga.  D. O. C. BURGOS

El Burgos CF no da la talla. Una vez más se tuvo que rendir a la evidencia de su incapacidad para desesperación de una afición que ya comienza a mostrar de forma clara su malestar con la marcha de un equipo con una irrefrenable tendencia a la autodestrucción y el ridículo. El combinado blanquinegro fue incapaz de sacar adelante el encuentro contra un Tropezón completamente inofensivo y suma un punto insuficiente que le apea hasta la 14ª posición de la tabla clasificatoria (a tan solo 4 puntos del play-out).

Un mal día lo puede tener cualquiera. Lo preocupante es la acumulación de esperpentos. Parece el sino de un equipo, el de Fede Castaños, que no pasa de ser discreto en su mejor versión. Pero que se convierte en infame en cuanto baja el pistón.

Le cuesta horrores mantener el tipo, incluso con rivales endebles y frágiles como el de ayer, cuando juega enchufado y con los niveles de alerta activados. Pero se vuelve una caricatura de sí mismo en cuanto se deja llevar, y lo hace demasiadas veces, por la desidia.

La parroquia blanquinegra exige ya no fútbol, pues es consciente de las limitaciones de la plantilla, sino corazón, garra, empuje. Y no encuentra la respuesta deseada.

En demasiadas ocasiones se trata de justificar la falta de argumentos futbolísticos en la ansiedad y los nervios de unos jugadores que no se dan de bruces en su búsqueda de la regularidad. Cada vez parece más una excusa.Más información en edición impresa 

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