El Correo de Burgos

BALONCESTO / Adecco LEB Oro

Baloncesto champán

Autocid Ford eleva el listón y firma ante el Oviedo una de sus mejores obras para colocarse como líder oficial de la categoría

Juani Jasen intenta doblar un balón ante Lander Lasa, ayer, en El Plantío.-SANTI OTERO

Juani Jasen intenta doblar un balón ante Lander Lasa, ayer, en El Plantío.-SANTI OTERO

Burgos

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AUTOCID FORD  109

UNIÓN FINANCIERA OVIEDO  64Autocid Ford: Albert Sàbat (16), Jeff Xavier (15), Miquel Feliu (16), Michel Diouf (18), Taylor Coppenrath (7) -quinteto inicial- Asier Zengotitabengoa (5), Lluìs Costa (7), Jorge García (6), Juani Jasen (11), Sergio Olmos (8).Unión Financiera Oviedo: Álvaro Muñoz (15), Víctor Pérez (3), Ferran Bassas (8), Nikola Cvetinovic (17), Beau Levesque (3) -quinteto inicial- Kyle Tresnak (6), Diego Sánchez (8), Agustín Prieto (2), Lander Lasa (-), Sandro Carissimo (2).Árbitros: Carpallo y López.Eliminados: No hubo.Parciales: 37-8; 62-23 (descanso); 91-45 y 109-64 (final).BURGOS

Afortunadamente para el aficionado burgalés, Autocid ha ofrecido tantas noches de gran baloncesto que resulta imposible destacar cuál ha sido su momento más brillante sobre una cancha de juego. Sin embargo, los 30 primeros minutos de anoche ya forman parte del cuaderno de logros del equipo azulón.

Llegará el día en el que este equipo muerda el polvo. O no. El caso es que, mientras tanto, el conjunto dirigido por Andreu Casadevall se dedica a triturar a sus rivales. Los borra de la pista. Los somete. Y, como en el caso del Oviedo, los hunde para situarse como líder oficial de la categoría con toda brillantez.

Como los grandes boxeadores, la escuadra castellana noquea al adversario con dos golpes certeros. Sàbat tuvo el privilegio de dar inicio a la tormenta perfecta y el resto le siguieron para zanjar la cuestión en cinco minutos.

La sincronización defensiva se traduce en un ataque rápido, fluido, letal. De la mano del base gerundense, los azulones anotaron sin fallo sus diez primeros lanzamientos de campo, adornados con un par de tiros libres de Taylor Coppenrath. Al Oviedo le caían sopapos desde todos los lados y el parcial de salida alcanzó un 22-3 tan demoledor como justo.

El primer cuarto no tuvo ningún ‘pero’. La defensa facilitaba la recuperación, el rebote afianzaba el planteamiento y la transición era sinónimo de canasta. Cada lanzamiento liberado besaba la red, cada corte en la zona significaba dos puntos fáciles. Y la herida ovetense sangraba a chorros.

Descarnado y sin capacidad para tapar todas las fugas de agua, el rival se sujetó con las pinceladas de Cvetinovic y Bassas para no caer definitivamente en la locura. Aunque para locura, el marcador después de diez minutos de partido. Un 37-8 que invitó a la afición local a saludar a los suyos puesta en pie.

A partir de ese momento, se trataba de mantener la línea en la medida de lo posible. Resultaba difícil no dejarse llevar y Autocid no lo hizo, aunque el ataque estático perdió chispa.

Oviedo también se esforzó para escapar del atolladero, apoyado en una mayor intensidad defensiva. Los de Arenas subieron líneas y enfriaron un tanto la cascada anotadora burgalesa, pero nunca dieron con la tecla adecuada en ataque. Los visitantes vivieron de los contados despistes azulones y la diferencia nunca bajó de los 30.

Otra cosa es que la afición pidiera más y que Andreu Casadevall se lo exigiera a los suyos. No quedaba otra opción para un Autocid que aprovechó un nuevo arreón en los minutos previos al descanso para fijar un 62-23 para el recuerdo.

Lo mejor era que aún quedaba mucho tiempo para disfrutar. De nada le sirvió al Oviedo aliarse con el acierto puntual desde la línea de tres puntos o disfrutar de acciones cercanas a canasta impensables en la primera parte.

Autocid estaba lanzado desde el primer segundo de juego y Michel Diouf fue el protagonista del tercer cuarto. En estático, posteando, tras rebote o desde el perímetro, el interior se puso las botas para acercar a los de casa a la barrera de los 40 con el 76-29.

Existía el riesgo real de que los de Casadevall acabaran por levantar el pie del acelerador, pero su dominio era tal que, por mucho que el Oviedo mejorara sus prestaciones, la diferencia aumentaba por momentos. El 91-39 a falta de dos minutos para el inicio del último periodo fue el trazo final de una obra maestra.

Fue entonces cuando los de casa perdieron la concentración ofensiva, circunstancia que no impidió que El Plantío disfrutara por fin de una anotación de tres dígitos de su equipo. El último gran aliciente de una gran noche.

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