El Correo de Burgos

Baloncesto / ACB

Zaragoza baja de la nube al San Pablo

El cuadro azulón comienza marcando la pauta, pero se desangra a consecuencia de su más que discreto balance ofensivo ante los maños

Javi Vega pelea por un rebote con Radovic en el choque de ayer-Santi Otero

Javi Vega pelea por un rebote con Radovic en el choque de ayer-Santi Otero

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DANIEL ORTEGA CEBRECOS
Burgos

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SAN PABLO BURGOS 79ZARAGOZA  93San Pablo Burgos: Bruno Fitipaldo (10), Branden Frazier (2), Dino Radoncic (3), Deon

Thompson (9) y Slava Kravtsov (13) –cinco inicial– Ognjen Jaramaz (7), Álex López (6), Vlatko

Cancar (16), Javi Vega (-), Álex Barrera (10), Goran Huskic (3), Víctor Aguilar (-).Tecnyconta Zaragoza: Jonathan Barreiro (5), Fabio Santana (3), Renaldas Seibutis (9), Nemanja

Radovic (8) y Fran Vázquez (8) –cinco inicial– Javier Justiz (14), Nacho Martín (13), Bo McCalebb

(12), Stan Okoye (14), Johnny Berhanemeskel (7), Carlos Alocén (-), Marc Martí (-).Tocó el cielo con la punta de los dedos el pasado miércoles. Pero su estancia en el Olimpo ha durado un suspiro. Zaragoza bajó ayer de las nubes al San Pablo, que encajó la primera derrota de la temporada ante su afición.

El cuadro azulón saltó a la cancha marcando la pauta y ofreciendo su mejor versión. Pero se desinflando al ritmo de sus errores en ataque. No tuvo su tarde la escuadra de Epi, que perdió con claridad la batalla táctica que planteó Tecnyconta en el segundo y tercer cuarto. Ahí se le esfumó el partido a los burgaleses, cuyo arranque de casta en los últimos minutos del duelo llegó demasiado tarde.

San Pablo arrancó el duelo con las ideas muy claras y en un abrir y cerrar de ojos tomó la delantera en el electrónico haciendo gala de un rico arsenal de recursos ofensivos. Y de la condición de bloque compacto y sin fisuras (9-4). Los cinco componentes del equipo inicial se repartieron las cinco primeras canastas de los azulones (11-6).

Bajo la serena batuta de Fitipaldo el cuadro de Diego Epifanio carburaba a la perfección, convirtiendo en oro cada acción de ataque. Con las primeras rotaciones el conjunto local se atascó. Las defensas alternativas planteadas por los maños consiguieron maniatar por momentos el hasta el momento fluido juego ofensivo burgalés.

Tecnyconta apretó los dientes y cerró mejor los espacios. Y con la entrada del talentoso Berhanemeskel acortaron distancias (13-11), obligando al técnico del Miraflores a solicitar el primer tiempo muerto de la contienda para refrescar conceptos a sus pupilos.

Zaragoza había dado un paso adelante y ganaba la partida a los interiores locales. San Pablo abusaba del lanzamiento exterior. Y sin fortuna, lo que dio a las a los aragoneses, que fueron remando a sin descanso hasta recuperar la iniciativa en el tanteador en el último minuto del primer cuarto con un triple convertido por Nacho Martín (15-16).

Todavía tuvo tiempo el cuadro anfitrión para cerrar el primer periodo con ventaja con una acción de Álex López. E incluso dispuso de la última posesión para abrir hueco, pero el poder intimidatorio de Justiz lo impidió.

Los registros anotadores de los azulones se vinieron abajo en el arranque del segundo periodo. Y bien que lo aprovechó Zaragoza para dar la vuelta a la tortilla con las acciones bajo tabla del pívot Justiz, que maniobraba a su antojo en la pintura (19-22).

Álex López intentó sacar a los suyos del atolladero con un triple que empató la contienda. Jaramaz no había dado con la tecla para llevar el partido por donde más convenía al San Pablo, que se mostraba ahora más fallón de la cuenta en acciones fáciles bajo el aro.

Un triple de Seibutis permitió a Tecnyconta estirar su ventaja a los 5 puntos (22-27). La canasta hizo saltar las alarmas en el banquillo burgalés. Epi llamó a capítulo a sus efectivos y volvió a situar en cancha a Fitipaldo para recuperar el control de la contienda. Y con el uruguayo retornaron a la pista la inmensa mayoría de los efectivos del quinteto inicial. Era un momento clave.

Las cosas no salían a un desdibujado San Pablo. Okoye se encargó de echar sal en la herida de los castellanos (22-31). Y de inmediato se sumó a la fiesta Radovic para complicar el encuentro a los burgaleses. Menos mal que un triple de Barrera y la aparición de Kravtsov minimizaron los daños en una situación crítica (27-35).

Un espejismo porque Zaragoza desarbolaba con pasmosa facilidad el entramado defensivo burgalés. La suerte había cambiado de bando y ahora eran los maños quienes parecían tocados por una varita mágica para martillear sin compasión el aro del Miraflores con canastas de todos los colores.

De nuevo Barrera acudió al rescate de los suyos para evitar la debacle con otro acierto desde la línea de 6,75 (32-40).

El público, consciente de la situación de debilidad por la que atravesaba su equipo, intentaba redoblar esfuerzos desde la grada. Sin resultado, pues el talentoso McCalebb hizo más grande la brecha al descanso (32-42).

Con cara de pocos amigos acompañó a Epi a los vestuarios a sus jugadores. El rostro del técnico burgalés reflejaba un evidente malestar con lo ocurrido sobre la pista en 10 minutos en los que se vieron claramente superados por su oponente de turno. Un pobre porcentaje (el 38%) en tiros de campo era un lastre demasiado grande para los azulones.

Tocaba remar a contracorriente. Había que echar el resto. Un triple de Fitipaldo abrió de salida una puerta a la esperanza. El panorama había cambiado. Los tiros libres de Thompson y un 2+1 de Huskic metieron de nuevo al San Pablo en la pomada (40-44). Aunque Barreiro, muy entonado, se encargaba de bajar los humos a los locales con sus lanzamientos desde el perímetro.

Las prestaciones de los castellanos ganaron enteros, pero el cuadro burgalés carecía de continuidad. Los exteriores de Zaragoza Berhanemeskel y McCalebb pusieron de nuevo contra las cuerdas al San Pablo (41-52) sin que los de Epi fueran capaces de taponar la vía de agua.

Al contrario, el equipo se desesperaba en vista de sus más que discretos números en ataque. Lo que le llevaba por momentos a perder la concentración en la retaguardia.

En esta tesitura el choque se le escapaba irremediablemente si no obraba un milagro. Cada error propio -y fueron muchos- era castigado por un Zaragoza con mucho oficio que buscó una y otra vez las cosquillas al flanco débil de la retaguardia azulona.

La herida local no cesaba de sangrar y la distancia alcanzó los 17 puntos (43-60). Ni siquiera las rotaciones conseguían acabar con lo que ya se antojaba como una derrota segura por la falta de respuesta de los de Epi, completamente negados en ataque.

Solo Jaramaz parecía tener arrestos suficientes para tirar del equipo. Pero sus arreones de casta eran insuficientes.

Con una desventaja de 17 puntos en el arranque del último cuarto el partido parecía visto para sentencia. Pocos creían en el milagro a tenor de lo que estaban viendo sobre la pista. El porcentaje de acierto en el tiro seguía cayendo a cifras difíciles de creer (33%), lo que cerraba cualquier puerta a la esperanza.

El San Pablo, con la segunda unidad en pista, se resistía a entregarse con más voluntariedad que acierto y el duelo se convirtió en un intercambio de golpes que favorecía los intereses de los de Porfi Fisac.

El pescado estaba ya vendido. Pese a que no perdió la fe el acierto seguía dándole la espalda a los anfitriones. El partido se consumía sin soluciones de los azulones para cambiar el rumbo de los acontecimientos. Ni siquiera los puntos de Cancar -el mejor artillero del San Pablo- servían para acortar distancias, pues el Miraflores ofrecía demasiadas concesiones en campo propio que hacían estériles todas sus intentonas de maquillar el resultado (65-82).

Aún así, en los tres últimos minutos el cuadro de Epi quemó todas sus naves con una buena dosis de energía para minimizar daños. Fitipaldo y Kravtsov tomaron el mando y la renta se redujo considerablemente Pero la reacción llegó demasiado tarde.

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