El Correo de Burgos

BALONCESTO / ACB

El problema se agrava

El San Pablo cede ante un Valencia superior / Los locales jugaron a ráfagas / La derrota agudiza el efecto de la pésima trayectoria ante rivales directos

Huskic lucha por un rebote con el taronja Tobey, ayer.-SANTI OTERO

Huskic lucha por un rebote con el taronja Tobey, ayer.-SANTI OTERO

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DIEGO ALMENDRES
Burgos

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SAN PABLO BURGOS  77

VALENCIA BASKET  87

San Pablo Burgos: Fitipaldo (-), López (4), Cancar (13), Thompson (13), Kravtsov (8) -quinteto inicial- Barrera (8), Vega (-), Frazier (11), Huskic (6), Jaramaz (14).

Valencia Basket: Abalde (10), Van Rossom (10), Will Thomas (24), Tobey (4), Martínez (5) -quinteto inicial- Labeyrie (11), Vives (6), Matt Thomas (8), Doornekamp (9), García (-).Árbitros: Cortés, Castillo y Padrós.

Eliminados: No hubo.

Parciales: 21-18; 37-44 (descanso); 51-64 y 77-87 (final).BURGOS

Esta vez no hubo épica. Ni heroica. Ni subidón de adrenalina. Tampoco hubo un alivio clasificatorio a costa de un grande. El San Pablo Burgos jugó a ráfagas en el partido de ayer frente al Valencia Basket, una actuación insuficiente para sumar una victoria necesaria después de la pésima trayectoria firmada hasta ahora frente a sus rivales directos.

La derrota de ayer, asumible por el potencial del rival, no es el problema. La preocupación se instala porque algo no funciona en un proyecto que se acerca poco a poco a una situación muy incómoda. Los triunfos firmados ante los grandes maquillaban hasta ahora la cruda realidad. El equipo compite cada semana, pero no le da para ser fiable en la lucha por la permanencia. Y las semanas pasan.

El de ayer era un partido para reivindicarse por enésima vez. Se trataba de transmitir buenas sensaciones desde el comienzo y el San Pablo cumplió con esta primera premisa del plan. Eso sí, sin la continuidad que necesitaba para atormentar al Valencia.

La circulación de balón era fluida y el control del rebote defensivo ayudó al conjunto local. Los azules cargaban por dentro con Thompson y Cancar quiso jugar cerca del aro. Solo la falta de acierto desde el triple de un irreconocible Fitipaldo frenó la progresión castellana. Por su parte, el Valencia no se inmutó.

Era como si el rival supiera que tarde o temprano llegaría su momento. Maduró el partido, analizó los puntos fuertes de los burgaleses y dio el paso adelante cuando quiso.

De momento, la iniciativa era del San Pablo con Barrera como protagonista anotador en el día en que Radoncic se quedó en blanco. El catalán volvió a aprovechar su oportunidad con 8 puntos en 7 minutos. Al cuadro de Epi solo le faltaba que el triple le sonriera y cuando lo consiguió (fue un espejismo) dio el zarpazo.

Con dos escoltas en pista, los locales se sintieron cómodos y tras el 8-9 protagonizaron un pequeño arreón que premiaba su buen hacer. Los aciertos de Barrera y Frazier situaron el 20-13 y obligaron al Valencia a tirar de talento para salir del apuro.

En realidad, los taronjas no necesitaron mucho para hacerse con el control. Un 1-8 de parcial fue solo el principio del fin para el San Pablo. Los visitantes jugaron a placer en un segundo cuarto demasiado fácil. Labeyrie hizo mucho daño y gobernó a placer en el centro de la zona. Del resto se encargaron Matt Thomas y la circulación de balón de un Valencia que siempre encontró un lanzamiento cómodo.

El bloque de Ponsarnau ya mandaba con el 25-26 a 7 minutos del descanso. El San Pablo daba muestras de estar incómodo con unos ataques más espesos y lentos. Las circunstancias no eran favorables y con Thompson descansando casi 8 minutos seguidos el equipo echó en falta un punto de apoyo claro. Huskic quiso iluminar a los locales, quienes sobrevivieron gracias a contados chispazos de calidad. Jaramaz y Cancar alimentaban a un equipo que fallaba en situaciones cercanas al aro y que una vez más tampoco estuvo seguro desde el tiro libre.

Todo jugaba en contra de los intereses del Miraflores. Eso sí, los ayer negros se las ingeniaron para agarrarse al partido. El 30-31 y el 35-39 eran oro puro visto lo visto, pero los taronjas estiraron el chicle hasta el 37-44 del descanso. Y esa última jugada, en la que Will Thomas hizo y deshizo sin que los locales utilizaran una falta personal, resume esos pequeños defectos que salen muy caros.

El San Pablo se la jugó al triple en el tercer cuarto. La amenaza exterior no es, precisamente, el punto fuerte del proyecto. A medida que los intentos desde el perímetro se perdían en el limbo, el Valencia hacía caja con una facilidad pasmosa en el otro aro. El 39-54 en el minuto 24 puso a los negros al borde del abismo y fue en ese momento cuando los burgaleses despertaron.

Frazier y Thompson tiraron del carro y cocinaron un parcial de 10-1 para devolver a su equipo al partido. De repente, ese 49-55 cambió el panorama. Pero solo fue por un momento. Tres malas decisiones devolvieron la calma a un Valencia letal en el tiro libre. Seis aciertos seguidos desde la personal y un triple de Labeyrie zanjaron la cuestión con diez minutos por disputar (51-64).

El San Pablo se resistía a aceptar su suerte, pero Will Thomas se bastó para contener el último intento castellano. El intercambio no alcanzaba para firmar una remontada heroica, aunque Thompson devolvió la esperanza al Coliseum con el 63-70 a 5:40 del final. Los locales coleaban, sobre todo con el robo y mate de Jaramaz para hacer el 67-72.

Y, como tantas veces, los burgaleses perdieron en un suspiro lo que tanto les cuesta conseguir. Thomas y dos nuevos triples resolvieron el partido en un minuto. Fue el peor broche a una tarde extraña que no sirvió de mucho a los burgaleses. De hecho, solo agrava el problema.

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