El Correo de Burgos

Baloncesto / ACB

El San Pablo se estrella ante Valencia

El cuadro azulón pierde su condición de invicto en el Coliseum frente a un rival que le sacó de la pista / Los de Peñarroya, lejos de su mejor versión

McFadden estuvo desaparecido en combate y se quedó sin anotar-Israel L. Murillo

McFadden estuvo desaparecido en combate y se quedó sin anotar-Israel L. Murillo

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DANIEL ORTEGA CEBRECOS
Burgos

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DANIEL ORTEGA BURGOS

Valencia Basket devolvió a la tierra al San Pablo. El cuadro burgalés sufrió un severo correctivo a manos de un equipo de Euroliga que hizo pagar a los azulones los platos rotos de sus decepciones acumuladas. Los taronja sacaron de la pista a los de Joan Peñarroya en un encuentro para olvidar en el que tan solo pudieron plantar cara a su poderoso oponente en el primer cuarto.

Los castellanos encajaron su segunda derrota consecutiva en Liga, la primera del curso en el Coliseum. Se tuvieron que rendir ante el peso de la lógica. Fueron arrollados por un tren de mercancías sin capacidad para ponerse a salvo de la que se le venía encima.

Todos sus argumentos quedaron reducidos a cenizas frente a un contendiente que se mostró superior en todas las facetas del juego. Hasta sus habituales virtudes quedaron ensombrecidas ante las constantes concesiones realizadas a un rival lanzado.

Buena fue la puesta en escena de los azulones frente a un rival que llegaba herido en su orgullo. Pese a que los taronja fueron los encargados de estrenar el luminoso la reacción de los de Joan Peñarroya llegó ipso facto de la mano de un triple de Benite, una acción bajo tabla de Clark y tres tiros libres convertidos por Fitipaldo que pusieron el 7-2 en el tanteador.

Con las primeras rotaciones en pista Valencia pareció cogerle el aire al partido, haciendo más daño en la pintura con Dubljevic sobre la pista (13-10).

El campeón del mundo Quino Colom se encargo de poner las tablas en el electrónico, con los castellanos atascados en campo rival. En el último minuto Tokoto encontró por fin el aro, al igual que Lima desde el tiro libre. Aunque Motum, sobre la bocina, volvió a echar el aliento en el cogote al Miraflores (16-15).

La aparición de Motum en escena pareció cambiar momentáneamente el panorama. El ala-pívot australiano asumió todo el protagonismo ofensivo y permitió a Valencia ponerse por delante en el electrónico por vez primera en el partido (16-20). El técnico de los azulones se desgañitaba en la banda solicitando más intensidad en la retaguardia. Movió fichas para enderezar el rumbo y Bassas leyó a la perfección el partido para desatascar la situación con dos triples en un abrir y cerrar de ojos.

Para ese momento Valencia ya había arrancado la moto, imprimiendo mucha más velocidad a la circulación de balón.

Los burgaleses se agarraban al partido con su mejor arma, el lanzamiento exterior. Salvó se subió al barco para devolver las tablas al tanteador (25-25). El duelo había subido muchas revoluciones, pero los de Ponsarnau cerraron todas las vías y secaron por completo a los hombres interiores del San Pablo.

Era el momento de agarrarse al partido ante un contrincante que manejaba la situación con comodidad y mucha solvencia. Rompía el cerco de la muralla local con facilidad y rápidas transiciones. La renta valenciana creció hasta los 11 puntos (25-36) y Joan Peñarroya tuvo que parar el partido para leer la cartilla a sus pupilos.

Los triples eran el único argumento de peso de los azulones frente a una defensa muy cerrada en la pintura. Pero este recurso no resultaba suficiente, pues Valencia encontraba el aro burgalés con aparente sencillez y sacaba petróleo en cada acción ofensiva.

Sin anotación de los pívots cualquier intento de remontada se antojaba una quimera. El San Pablo puso toda la carne en el asador para aferrarse a la vida antes del descanso. Ni por esas, el panorama se tornaba cada vez más sombrío ante la puntería de Valencia Basket (29-42).

Clark y Lima dieron un paso adelante, pero Valencia seguía campando a su anchas en campo burgalés, por lo que la contienda entró en una fase de intercambio de golpes que favorecía los intereses de los visitantes, que apuraban en esta tesitura al máximo sus posesiones.

Y mientras, los ánimos se crispaban en una afición muy descontenta con las decisiones arbitrales. Los experimentados Colom y San Emeterio se encargaban de abortar cualquier conato de insurrección del San Pablo (41-54).

El Miraflores se veía incapaz para taponar la vía de agua. Peñarroya volvió a parar el choque para refrescar conceptos cuando el choque se les esfumaba. Y para colmo de males, con el ambiente completamente enrarecido, los colegiados castigaron al banquillo local con una técnica que no hizo sino incrementar la brecha hasta distancias que parecían insalvables (41-60).

Quedaban todavía 13 minutos por delante. Pero no era la tarde de los azulones. Colom manejaba el ritmo del choque con mucho tino, mientras que los castellanos se las veían y se las deseaban para salir del atasco. Barrera sacó a los suyos de un largo bache con un triple (44-62). Pero estaba ya todo el pescado vendido. En esta tesitura cualquier tentativa de insurrección parecía condenada al fracaso.

Los jugadores del San Pablo se veían impotentes y se estrellaban una y otra vez con la barrera defensiva planteada por Valencia Basket.

Solo quedaba apelar al orgullo para evitar una debacle mayor. Pero los visitantes, que necesitaban como el comer una actuación contundente que les sacara del agujero, no estaban dispuestos a soltar la presa. Y continuaron haciendo sangre (49-78).

Los burgaleses habían arrojado definitivamente la toalla. Ni siquiera la reprimenda de su técnico surtía el efecto esperado para maquillar la imagen. Con los jugadores entregados el final se antojaba muy largo. Y terriblemente desesperanzador. No se atisbaba en el horizonte ningún síntoma de recuperación. Pese a la que afición no dejó en ningún momento de alentar a los suyos no había forma posible para cambiar el rumbo. Tocaba ya pensar en digerir el mazazo y pensar en el próximo envite.

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