El Correo de Burgos

BALONCESTO / ACB

El San Pablo tiene alma

El cuadro azul pierde la opción de dar la sorpresa ante elMadrid con el 18-2 de salida, pero muestra su mejor versión tras ir 26 puntos por debajo

Lima lucha con Garuba bajo los aros, ayer, en el WiZinkCenter.-ACB PHOTO / P. CASTILLO

Lima lucha con Garuba bajo los aros, ayer, en el WiZinkCenter.-ACB PHOTO / P. CASTILLO

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DIEGO ALMENDRES
Burgos

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REAL MADRID 104

SAN PABLO BURGOS  93

Real Madrid: Campazzo (10), Nakic (-), Tavares (13), Thompkins (27), Taylor (5) -quinteto inicial- Causeur (4), Rudy Fernández (3), Laprovittola (9), Reyes (6), Deck (16), Garuba (3), Carroll (8).San Pablo Burgos: Clark (9), Fitipaldo (16), Salvó (-), McFadden (23), Lima (8) -quinteto inicial- Tokoto (2), Benite (19), Barrera (6), Vega (5), Bassas (-), Stevic (5).Árbitros: Calatrava, Bultó y Alcaraz.

Eliminados: Bassas (min. 27).

Parciales: 26-13; 55-37 (descanso); 82-65 y 104-93 (final).Desafiar a la lógica es una motivación para cualquier deportista. La visita a la cancha del Real Madrid supone un reto mayúsculo para un club como el CB Miraflores. Con el 0-0 todo puede ocurrir y lo que pasó ayer en el Palacio deja sensaciones encontradas, aunque el San Pablo y su afición ven el vaso medio lleno.El cuadro burgalés perdió la opción de dar la sorpresa tras protagonizar un pésimo inicio, pero se recompuso y ofreció su mejor cara en la segunda parte. Ni siquiera se dejó llevar cuando perdía por 26 puntos con el 65-39 del tercer cuarto. Fue entonces, en el peor escenario, cuando los del Coliseum reaccionaron.

Este equipo tiene mucho baloncesto en las manos y ayer demostró que también tiene alma. Guiado por Benite y McFadden, el bloque castellano limó la desventaja hasta situarse a 8 puntos en unos últimos 15 minutos reconfortantes.

Joan Peñarroya exigió a su San Pablo equilibrio y hacer bien las cosas para aspirar a un éxito casi imposible. La derrota era asumible, pero nunca se está preparado para sufrir sobre la cancha. El cuadro azul, lejos de comenzar con buenas sensaciones, entró en una espiral autodestructiva que permitió al Madrid jugar a placer.

Los cinco primeros minutos fueron un despropósito. El San Pablo, errático y sin ideas, puso una alfombra roja. Fue una pesadilla. Los locales, sin Llull ni Randolph y con el joven Nakic en el quinteto, se limitaron a aprovechar las facilidades.

Tavares se divirtió en ambas zonas y los locales acumulaban canastas fáciles a un centímetro del aro mientras los del Coliseum se difuminaban entre pérdidas y fallos.

La primera canasta en juego llegó después de seis minutos de tortura en los que solo se sumaron dos tiros libres de Lima. Para entonces, el favorito mandaba por 18-2.

Antes o después los burgaleses debían subir el nivel y los pequeños chispazos sirvieron para contener a duras penas la hemorragia. Cualquier estímulo positivo suponía un triunfo y el 21-13 sirvió para sacudirse el miedo.

Ya resultaba imposible detener un tren en marcha. El Madrid se hinchó a anotar y en el segundo cuarto lo hizo de tres en tres para acumular en un momento un 8/11. Sin Tavares ni Thompkins, apareció Laprovittola. Y Garuba. Y Rudy. Y Reyes, que no anotó desde el arco pero recicló los contados errores de los blancos.

El bombardeo fue constante y, con todo perdido, el San Pablo soltó lastre con Fitipaldo como mejor ejemplo. El uruguayo, desconocido en el inicio, tuvo la inspiración necesaria para sostener a los azules en un momento en el que Barrera y McFadden ayudaron para solventar otro momento duro tras el 43-22 con un 0-9 contestado de inmediato por el rival.

El 55-37 del descanso era un balance aceptable a pesar de todo. Máxime después de que el Madrid volviera al partido con un parcial de 10-2 en menos de tres minutos. Con el 65-39 se anunciaba un chaparrón de campeonato y, sin embargo, el San Pablo dio un paso adelante.

Los azules mejoraron en defensa y corrieron para que jugadores como Benite o McFadden destaparan su talento. El brasileño es un lujo para el proyecto y el americano es imparable cuando entra en racha. Entre los dos dibujaron un decorado en el que Lima y Vega aportaron solidez.

La diferencia no paró de menguar. Primero, para frenar una progresión histórica. Después, para maquillar el resultado y, por último, el arreón iluminó el final del túnel.

La proeza era imposible porque el Madrid se dio cuenta de la situación con el 74-59 y mejoró sus prestaciones. Imposible también porque los árbitros se inventaron dos faltas de Bassas y Barrera que provocaron sendas técnicas para aclarar las cosas a los visitantes.

El ímpetu de los encargados de impartir justicia se llevó por delante a un Bassas eliminado con 13 minutos por disputar, pero estas decisiones encontraron el efecto contrario y la apuesta por McFadden como base revolucionó el partido.

El escolta se dejó llevar por la inspiración y el San Pablo jugó con alas para sorprender al Madrid. Ya en el último cuarto los azules se situaron a 12 (82-70) y el recital del improvisado director de orquesta siguió con dos triples y un tiro libre adicional.

Restaban siete minutos y con el 86-77 el propio McFadden se jugó un tiro precipitado que hubiera puesto a los visitantes a seis puntos. Y, ahí, el Madrid no perdonó.

Los locales se apoyaron en la superioridad física de Deck en el poste y en dos rápidas transiciones para mantener un margen de seguridad insalvable. Sin nada que perder, los de Peñarroya mantuvieron un intercambio que debe reforzar la confianza de un equipo capaz de lo mejor si compite al máximo los 40 minutos.

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