Iturrino ya es de División de Honor

BURGOS

El rugby nacional se encamina de forma irremediable hacia el puro profesionalismo, pero aún queda margen para el romanticismo y para esas pequeñas historias al margen de la vorágine competitiva que dejan un regusto dulce. La trascendental victoria del UBU Colina Clinic ante el Cisneros en el último partido de 2019 produjo una gran sensación de alivio en San Amaro pero, sin duda, la persona más feliz aquella mañana de domingo fue Carlos Iturrino.

El capitán del segundo equipo entró en la convocatoria ante las ausencias en la delantera de Ien Ascroft-Leigh y de Juan Aristemuño. Ya se había visto en una situación parecida la pasada campaña, cuando formó parte de la lista gualdinegra en Gernika. Entonces no tuvo la oportunidad de saltar al campo, pero ante el Cisneros llegó el momento de ajustarse el casco para defender en el tramo final del choque la ventaja adquirida.

«Fue un partido apretado y se ve con muchos nervios desde el banquillo. Creía que íbamos a remontar, aunque pensaba que lo harían los compañeros», explica. La fascitis plantar que afecta a Ruan Snyman cambió el guion y precipitó los acontecimientos. «Fue una lástima que Ruan no pudiera seguir y cuando vi que iba a jugar solo pensé en tener la cabeza fría y en salir a por todas», indica.

Carlos Iturrino ya había debutado con el primer equipo. Tuvo su cuota de protagonismo en la temporada del ascenso a la elite, disputando los partidos ante el Eibar, el Bera Bera y El Salvador B. Sin embargo, estrenarse en División de Honor es algo especial. «Estoy muy contento y debutar en la máxima categoría es un impulso», reconoce.

No es fácil hacerse un sitio entre los mejores y la cantera busca día a día su oportunidad. Por eso, la participación de Iturrino en el partido del pasado domingo alimenta la ilusión de los jugadores de casa. «Se lo transmito a los compañeros del segundo equipo. Debemos trabajar para que nos tengan en cuenta y para estar preparados el día de mañana si nos necesitan», indica.

Y es que el capitán del filial lo tiene claro. «Aquí no regalan nada y se trata de trabajar para demostrar cuando llegue nuestro momento», asume, para reconocer las diferencias encontradas entre la liga sub23 y la División de Honor. «Se nota el nivel. Aquí juegan muy rápido y es cierto que los contactos son más duros, pero me resulta fácil jugar con compañeros que lo hacen todo tan ‘limpio’», subraya.

Afortunadamente, el UBU Colina Clinic logró el objetivo de la victoria y ve el futuro con algo más de tranquilidad. «Era vital ganar», reconoce. «Entré cuando todavía íbamos empatados y después del último ensayo solo pensé en apretar los dientes para que no entrara nadie por mi lado», apunta.

Tras esta experiencia, Iturrino sabe que deberá ganarse la opción de volver a jugar con el primer equipo. A sus 20 años, asume que todo lleva un proceso. Eso sí, lanza un mensaje al cuerpo técnico. «Que cuenten conmigo cuando quieran», concluye el tercera línea.