El San Pablo se desfonda ante Tenerife

Tenerife bajó ayer de la nube al San Pablo. El combinado azulón se descosió ante un talentoso y lanzado combinado canario que aspira a todo esta temporada. Los del Coliseum estuvieron muy lejos de su mejor versión, sobre todo en ataque, ante un contrincante que no necesita ninguna concesión para sacar adelante sus compromisos.

Los castellanos apenas se mantuvieron en partido durante el primer cuarto. Con el arranque del segundo llegó el principio del fin. Los de Peñarroya se desdibujaron por completo ante su falta de acierto en el lanzamiento -firmaron sus peores guarismos ofensivos en lo que va de temporada-.

No funcionó su habitual amenaza exterior. Ytampoco pudo imponer su ley en la pintura ante un rival rocoso en campo propio y letal en el contrario.

El combinado azulón trató de marcar terreno de salida desde el perímetro. Clark inauguró el tanteador con un triple. De inmediato Fitipaldo, que había saltado en el quinteto inicial, se fue al banquillo en una extraña decisión técnica cuando no se había cumplido ni el primer minuto de juego.

Pero enfrente tenía a uno de los rivales con mayor talento ofensivo de la competición. Y bien que lo demostró, liderado por White, para dar la vuelta a la tortilla (5-7). San Pablo se encomendaba a su fiabilidad exterior para coger la delantera de la mano de Bassas y Salvó (12-10).

Dos rivales en estado de gracia competían en aciertos en los aros. Los azulones levantaban al público en las gradas con sus buenas prestaciones, siempre respondidas de inmediato por su oponente. El intercambio de golpes dejaba el tanteador en un pañuelo.

Con la llegada de las primeras rotaciones y la aparición de Shermadini Tenerife se puso por delante en el electrónico -con un triple del ex jugador azulón Álex López-.

Peñarroya paró el choque para dar instrucciones a sus pupilos. Y McFadden tomó el mando de las operaciones en ataque para devolver las tablas al luminoso (21-21).

Una sucesión de controvertidas decisiones arbitrales caldearon el ambiente. Gielo abrió brecha desde el triple en el último suspiro del primer cuarto (21-25).

Rivero acortó distancias de salida con un triple desde la esquina. Pero Tenerife no bajaba el pistón y se mostraba letal bajo el aro y en las transiciones. Con Gielo y Lundberg como estiletes los canarios estiraron su ventaja (24-31), obligando a Peñarroya a llamar a capítulo a sus pupilos. Los azulones tenían muchos problemas para superar la férrea defensa de ayudas de Iberostar.

Para entonces la conexión Huertas - Shermadini ya había comenzado a surtir efecto. Los azulones se atascaron en campo contrario y solo Benite parecía tener la llave para descerrajar la retaguardia canaria. Pero las canastas del exterior brasileño no eran suficientes para frenar a un entonado Tenerife.

En esta tesitura la renta no dejaba de crecer peligrosamente (29-42) a las órdenes de un Marcelinho Huertas que hacía estragos en la defensa burgalesa. Su maestría en la dirección generaba una y otra vez ventajas para sus compañeros.

Y para hacer más grande la sangría el exterior Dani Díez se sumó a la fiesta canaria, que con sus dos bases en pista traía de cabeza al San Pablo. Shermadini elevó la renta visitante a los 16 puntos casi sobre la bocina que indicaba la llegada del descanso (34-50).

Mucho debían mejorar las cosas en las filas burgalesas para volver a meterse en el partido. Para empezar, se antoja absolutamente indispensable incrementar la intensidad en la retaguardia para intentar reducir los increíbles porcentajes de acierto de los canarios en los lanzamientos de 2.

Los azulones se encomendaron a la energía de Lima para reengancharse al duelo. Clark se mostró más participativo que en el primer acto, pero carecía del acierto necesario para recortar distancias. Al menos en campo propio sí mejoraron las prestaciones y frenaron el vendaval canario (40-54).

Ambos equipos compitieron en errores en el lanzamiento. Y con ese ritmo de anotación la misión de remontar se antojaba harto complicada. Tampoco ayudaba el poco tino en los tiros libres para abrir una ventana a la esperanza.

Con estos términos la ecuación arrojaba un resultado desfavorable a los intereses de los azulones, que entraron en el último cuarto con una desventaja de 15 puntos (46-61).

Las primeras acciones del tramo decisivo no invitaron precisamente a la esperanza. Tenerife tenía el encuentro totalmente bajo control. Shermadini seguía haciendo daño en la pintura y el San Pablo no encontraba respuestas desde el perímetro para seguir creyendo. No era la tarde de los burgaleses.

En esta tesitura, de poco valía la mejoría de su defensa. Clark asumía el peso de las operaciones en ataque, pero sin ningún acierto. El aro parecía haberse reducido al tamaño de un anillo de compromiso para los azulones, que se desesperaban en vista de sus nefastos porcentajes en el tiro (52-70).

Quedaban casi tres minutos por delante pero el pescado estaba ya vendido. No había margen para el milagro. Ni siquiera con las rotaciones mejoraba la situación. Y completamente atascado finalizó una contienda para olvidar.