El Correo de Burgos

MESÓN 2,39 (TUDELA-VALLADOLID)

El producto se impone

Este templo de la cocina verde rinde pleitesía al producto más cercano que transforma sin restarle protagonismo y potenciando su sabor

Detalle de uno de los rincones de este restaurante vallisoletano.-I. M.

Detalle de uno de los rincones de este restaurante vallisoletano.-I. M.

Publicado por
Rodrigo Padilla
Burgos

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La esencia de la cocina castellana tiene uno de sus baluartes en el Mesón 2,39. La casa se ha hecho famosa por su cocina verde, especialmente cuando el espárrago, el heraldo de la primavera, se convierte en el rey de una oferta que ha colocado a Tudela de Duero, la Tudela vallisoletana, en el mapa de la calidad hortelana con mayúsculas. Y buena parte de la ‘culpa’ la tiene este pequeño mesón.La cocinera, Angelines Pastor, pone sobre la mesa una cocina armoniosa, basada en los productos de la zona trabajados con paciencia, respeto y buen gusto, sin nada que tape las cualidades prístinas de ingredientes que en algunos platos rozan la gloria.Y da igual que se trate de unas pequeñas croquetas de manjarosidad extraordinaria y con una bechamel maravillosa que de una coliflor al dente de una textura milimétrica y suavemente suculentizada con aceite de oliva virgen. Pura gula.Una coquinaria de sabores autóctonos y puros, con una visión acertada de una modernidad que se basa en la identidad local, lo que se traduce en una comida sin artificios y completamente deliciosa. Menos es más, pero siempre trabajando con productos gloriosos y respetando las tradiciones de su tierra.Y lo que siempre prima es el sabor, que se vuelve notable en un espléndido revuelto de calabacín o en clásicos de la casa como sus garbanzos a la sartén o acompañados por una delicada y sabrosa vinagreta, bien aceitada. Sabores caseros refinados, directos y muy placenteros, como los que presenta en otro de sus históricos:sus patatas al horno con queso, nata, jamón y cebolla. Sencillez y sabor a raudales.Entre sus principales, la oferta es tentadora:sus delicias de congrio son la quintaesencia de la sencillez de una fórmula que consigue, tan sólo con una fritura, realzar exponencialmente los sabores de este pez. Freír un pescado a la perfección no es fácil: sencillo sí, pero no fácil. Desde la propia elección del aceite de oliva virgen hasta la limpieza de la pieza, desprovista aquí por completo de espinas y presentada en pequeños bocados rebozadas en harina y fritos. Pura gula en un bocado que llega a la mesa sin atisbo de grasa y con una deliciosa textura etérea.El mérito es del producto, sí, pero también de quien lo selecciona y tiene la sensibilidad suficiente para respetarlo, de quien consigue extraer todo el potencial gustativo que encierra sin veleidades en la cocina que desdibujen su sabor.El capítulo ictiófago incluye otras tentaciones en forma de bonito, merluza, rape en salsa de almendras o bacalao al ajo arriero y se complementa con notables cortes de carne roja, repletos de terneza y mineralidad que, acompañados de una patatas fritas exquisitas, se convierten en un plato imprescindible.En los postres se mantienen los mismos parámetros de gustosidad y sencillez (destacados helados y tarta de chocolate), interesante carta de vinos y servicio eficiente y cercano.

Una casa de comidas con mayúsculas que facilita el placer y atiende a la memoria histórica de la gastronomía de la tierra desde la sencillez y el respeto al producto. ¡Olé!rodrigo.padilla@outlook.es

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