IGP
Por LORETO VELÁZQUEZ
SI BIEN ES verdad que el Ayuntamiento de Aranda reaccionó tarde a la hora de formalizar su oferta, la marcha de la sede de la Indicación Geográfica Protegida ha caído como un jarro de agua fría en una localidad que se ha dejado la piel para promocionar un producto que ha hecho suyo, y que ha convertido en estandarte de su oferta turística. Se han ido sin dar una explicación y sin notificarlo siquiera al Ayuntamiento, que sigue sin las llaves de un edificio que es municipal. No son formas y alguien debería dar la cara.
Porque cuando la IGP no era nada, el Ayuntamiento de Aranda supo apreciar su potencial, ofreciéndoles, - hace quince años- , un espacio, del que se hizo cargo de los costes de su mantenimiento y para el que aportó 15.000 euros cada año. Así lo pagan. Por ello y siguiendo el refrán de más vale tarde que nunca, la Junta de Gobierno Local aprobó ayer denunciar el incumplimiento del convenio, - que expiraba el próximo mes de diciembre-, y reclamar los gastos que hasta ahora ha ocasionado al Ayuntamiento.
Visto el trato recibido, y consciente del trabajo que durante estos años ha realizado Aranda, hasta convertirse en imagen de este afamado producto, es hora de mover ficha y promover una marca de calidad propia. En este sentido, y aunque ya hay muchos sectores implicados (como el Ayuntamiento de Aranda, -con las seis formaciones políticas con representación-, la asociación de hosteleros Asohar o el centro de negocios hispano chino de San Gabriel, que se mostró decidido promocionar los lechazos de Aranda en sus alianzas comerciales con China), hay que seguir sumando fuerzas para que esta iniciativa sea algún día una realidad.
Ojalá la Junta de Castilla y León sea sensible a esta demanda ciudadana como lo ha sido con los ocho vocales que han decidido cambiar el rumbo de la IGP. La realidad de una marca de calidad no puede depender de la junta directiva de turno. Falta un orden, como falta un presidente que de explicaciones.