Discursos vacíos
«EN TODO el mundo no creo que haya nadie que quiera más que nosotros que el Burgos CF juegue en Segunda. Y si puede ser en Primera o en Champions, mejor». Son palabras de Juan Carlos Barriocanal en la Asamblea en la que salvó los muebles por un escaso margen de votos. Según el presidente lo ocurrido fue algo premeditado. Hace justamente dos años el mandato del presidente se alargaba hasta el final de la campaña porque de entre los presentes surgió de manera espontánea esta posibilidad y se votó de forma inmediata. Esa maniobra fue un impulso individual y lo ocurrido hace dos semanas es parte de un complot. Cree el ladrón...
Mientras Barriocanal declara que estaría encantado de subir a Segunda, al equipo le cuesta competir en Segunda B. Yo también quiero correr la maratón de Nueva York, pero ni tengo dinero para el viaje, ni físicamente estoy preparado para completar un recorrido de más de 42 kilómetros. Algo parecido le pasa al Burgos CF. Ni un superávit de 48.000 euros le ha servido en esta ocasión al presidente para que la masa social (por lo menos la que va a la Asamblea) le apoye de forma clara.
En un club de fútbol lo económico y lo deportivo deben ir unidos. Sin embargo, en la entidad blanquinegra primero se cuadran las cuentas y luego se hace el resto. Crear un proyecto ilusionante puede suponer, en principio, un gasto extra, aunque si la afición ve que el camino en lo deportivo es el adecuado el número de socios puede aumentar, lo que equilibraría las cuentas. Lo deportivo influye más de lo que piensan algunos en lo económico. En el fútbol no existe una diferenciación taxativa entre estos dos campos, son dos aspectos que tienen mucha relación y generalmente el uno depende del otro y al revés.
Si lo que se ofrece es un equipo cuya aspiración es mantener la categoría lo más holgadamente posible, hablar de ascenso suena hasta feo. Encontrar apoyos y enganchar a más seguidores con esta filosofía tiene una mayor dificultad. Uno de los problemas de este club es que se regatea más en las oficinas que en el campo, por lo que pensar más allá de la Segunda B es una utopía.