¿Vergüenza? ¿Y eso qué es?
SI ALGO me HA QUEDADO CLARO es que algunos hace mucho tiempo que han olvidado qué es tener vergüenza. O lo que es peor, creo que quizás nacieron ya sin ella, a pesar de que por lo que parece, tuvieron unos padres que les pagaron unos estudios, y seguramente les enseñaron que uno no debe hacer daño al prójimo, y mucho menos robarle el pan de la boca a los hijos de éste, sea cual sea la razón para hacerlo.
Ésos que parecían ser unos señores muy educaditos, con sus trajes limpitos y sus zapatos relucientes, han dejado bien claro que el hábito no hace al monje. Claro que no, ya que nunca se ha visto desfilar tanto ladrón trajeado por las calles de España como estos últimos años, en los que los mangantes se pasean sin ningún rubor a pesar de saber todos los españoles que llevan años robándonos con un nuevo método: las tarjetas negras o fantasmas o como quieran llamarlas.
Las mismas que si no fuéramos un país de pandereta, se convertirían en la horca definitiva de esa peña de amiguetes -de casi todos los colores políticos y sindicatos-, que llevan años riéndose de la gente honrada que en verdad levanta el país.
Y en mi opinión, tanta culpa tiene quien roba como quien le deja hacerlo, lo que hace tan culpables a los que fueron capaces de malgastar miles de millones mientras todo un país se hundía en la miseria y muchos de sus habitantes comenzaban, literalmente, a morirse de hambre.
Ni truco del tocomocho, ni del décimo falso, ni de la herencia del pariente lejano ni leches. Para qué complicarse tanto la vida si basta con ser directivo de Bankia y no tener respeto por nada, ni por el hecho de que seas un incompetente y hayas dejado arruinarse a una de las grandes entidades bancarias españolas.
Por qué preocuparse, si luego vienen mis amigos los políticos y no sólo me dejan seguir chupando del frasco sino que además, cuando les lloro porque me he quedado sin dinero, meten la mano en el saquito de cuestiones sanitarias y educativas, los dejan medio vacíos y salvan el banco donde puedo continuar haciendo que trabajo. Y si de paso miran para otro lado cuando me quedo con los ahorros de millones de abueletes -dejándoles sin ese futuro tranquilo por el que han luchado toda su vida-, todavía mejor....
Ah, y si encima cuando alguien me quiere estropear la fiesta y mandarme a la cárcel acusándome de ladrón, me lo quitan de encima alegando que es un irresponsable, muchísimo mejor...