Sin orden ni concierto
LA FIEBRE del running ha prendido con fuerza en la capital en los últimos años. De su mano, a consecuencia del incremento de corredores, se ha producido un crecimiento exponencial del número de eventos atléticos de cualquier clase (competitivos, populares, solidarios...) que pueblan el calendario provincial cada fin de semana.
Hasta tal punto que la coincidencia en el tiempo de las pruebas comienza a generar problemas y suspicacias entre los organizadores, que miran con recelo a su vecino, a quien perciben como un rival que le ‘roba’ participantes.
La situación lleva camino de morir de éxito. Por saturación. Son muchos los colectivos de muy diferente índole que han visto en el atletismo el medio para hacer visibles sus causas gracias a la acogida que todas estas pruebas están teniendo, reuniendo la mayor parte de las veces a un más que considerable número de runners en sus citas.
¿Será, como otras que duermen el sueño de los justos, una moda pasajera? ¿O ha llegado para instalarse en la idiosincrasia local? El tiempo será el más cruel de los jueces dictaminando qué pruebas lograrán sobrevivir y cuáles pasan a engrosar el elenco de los proyectos que caen en el olvido.
Por el momento, se antoja más que necesaria la elaboración de un calendario anual para controlar en la medida de lo posible un fenómeno que sigue creciendo de forma imparable, sin orden ni concierto. Ello implicaría la intervención directa de la Delegación Provincial de atletismo (en calidad de representante de los clubes federados), los organizadores de las diferentes pruebas -muchas de ellas no tienen un carácter competitivo- y los responsables del área municipal de Deportes, como colaborador indispensable para que todas las iniciativas puedan desarrollarse con las debidas garantías de seguridad.
Hay espacio para todos, aunque no todos pueden ocupar el mismo espacio. Y la supervivencia de muchos dependerá de la buena disposición del resto para convivir de forma pacífica y ordenada en el calendario anual. Las carreras no nacen en dos días, se organizan con mucha antelación, lo que posibilitaría la creación de una mesa de diálogo a comienzos de curso para realizar un reparto de fechas más eficaz y funcional.