Será lo que queramos
UN DÍA, hoy, resta para iniciar mi particular descanso del guerrero, previo a la batalla eso sí. Cuando finalice el domingo empezará la cuenta atrás para conocer a Adrián y los secretos de una vida diferente, un poco más complicada y sin duda entretenida.
No es el primer hijo, así que disipadas las dudas sobre si podré o no traerlo a este mundo y garantizar su supervivencia en los primeros meses son otras las que me asaltan en esta espera, extensibles además al futuro de Martín, a punto de estrenar en la práctica el título de hermano mayor.
¿Qué será, será? ¿Lo que deba ser? ¿Lo que pueda? ¿Lo que permitan? ¿A qué habrán de enfrentarse ambos cuando hayan de tomar sus primeras decisiones adultas? Nadie sabe la respuesta a estas preguntas y ni siquiera nadie la presume, porque es realmente complicado augurar cuando te debates entre lo que temes y lo que deseas. Y yo temo que todo siga igual, que la sociedad de consumo mantenga su hegemonía y les capte con sus cantos de sirena, convenciéndoles de que tanto tienes, tanto vales.
Temo también que solo se escuche el silbido de su papeleta al caer en una urna cada cuatro años, si es que cae porque les han inoculado que debe ser así y temo por tanto que ese crujir de papel mojado eclipse el sonido de su voz. Temo que sus oportunidades formativas sean estrictamente proporcionales al capital de sus padres, porque negro lo tienen entonces.
Temo incluso que ocurra lo mismo con su asistencia sanitaria, y la mía. Temo que les anulen la capacidad crítica y prometo aquí y ahora que pelearé porque no ocurra, aunque sea luchar contra titanes. Temo que pierdan la memoria. Temo tantas cosas... Ser madre, dicen, es así. Por desear, y disculpen este desahogo y la ñoñez avivada quizá por las hormonas, deseo todo lo contrario a lo que me asusta, claro.
Se resume rápido. Deseo criar a buenas personas, felices y comprometidas. Ahí es nada, llámenme ambiciosa. Deseo que lean y tengan curiosidad infinita. Deseo que aprecien lo pequeño y lo cotidiano y que den gracias por ello, deseo que luchen y deseo ser capaz de transmitírselo, que es la clave. Lo asumo.
Porque así veo yo lo que me toca en esta aventura compartida con el padre de las criaturas y toda la tribu que nos rodea. Porque será lo que será y en gran medida lo que todos queramos que sea.