El Correo de Burgos

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Uno de mis mejores recuerdos, y esto no hace que chochee ni viva del pasado, los tiempos de estudiante en arquitectura de primer curso. Con la Olympus OM- 4 Ti colgada del hombro, recién traída de América. Bloc Muguruza a estrenar y lápices de carboncillo que manchaban los dedos. En noviembre ya ha caído nieve en las márgenes del Canal de Castilla cerca de la dársena de Valladolid y cuesta intuir la sillería en las esclusas vivas donde asusta el ruido del agua cuando rompe. Dibujar de primera mano y al natural el movimiento de las compuertas de forja, imaginar a la vez que allí hubo vida y mulas tirando de cada lado, las barcazas. La herencia de trescientos años llama al olvido de nuestra puerta para recordar que los abuelos de nuestros tatarabuelos, fueron mejores que nosotros. Capaces de construir la obra más representativa de Europa en el XVIII de la mano del marqués de la Ensenada. Piedra sobre piedra talladas con paciencia. Saltos de agua que dejan nadar contra corriente y que hoy aún provocan la tentación de volver al pasado. Tenemos una de las mejores pautas para enlazar el turismo en nuestra vieja castilla, siguiendo el trazado de este Canal. Pero no hemos sabido sacarle partido. Intervenciones más o menos oportunas en tramos que han rescatado partes pero nunca el todo. Llora mi recuerdo de estudiante con rabia contenida el recular de la historia y la torpeza que hace que vayamos cada vez, a peor. El barco, San Carlos de Abánades que desde hace seis años navegaba en la zona de Melgar de Fernamental, está en dique seco. Lo han sacado del agua porque no es rentable y nadie se quiere hacer cargo de un capitán de agua dulce que seguramente nunca cruzará la mar. Ni nuestra Junta de Castilla y León, nuestra Excma. Diputación ni el Ayuntamiento de Melgar de Fernamental tienen responsabilidad de seguir apostando por presente y futuro. Al parecer. Son tiempos difíciles para la esperanza y sensatez. Buen momento para preguntar el horizonte imaginado por nuestras Administraciones públicas en el diseño del turismo de nuestra tierra. Carente de garra y ambición. Deslavazado y falto de ilusión. No tenemos un proyecto global de ámbito turístico regional y provincial. Hacemos aguas. Escoramos. Escurrimos el bulto. Nuestros bolsillos están vacíos y nuestras cabezas, lo están más. Abro mi lámina número 6 y el carboncillo aún mancha al tiempo llora haber estado guardado en el desván veinticinco años. Canal de Castilla, ojalá perdones el olvido que estos castellanos toscos, hacemos de ti.

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