El Correo de Burgos

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LA Universidad de Burgos ha cumplido veinte años casi sin darse cuenta, como lo hacen las adolescentes que de repente se hacen mujeres. Antes de ser nuestra, fue satélite de Valladolid, a la que rendíamos cuentas. Obras Públicas, Aparejadores entre las pioneras. Con el tiempo cambiaron los nombres y los lugares donde se aprendían las cuatro reglas para construir bien. Buen suelo, buenos cimientos, buen constructor y buenos técnicos. Lo demás no importa. La UBU que así es como se la encuentra en la red de redes, tiene la fuerza suficiente como para competir con otras que la ganan en tradición y la suerte de no soportar inercias viejas que lacren su capacidad de reorientación o adaptación al medio. Aún tiene vida el edificio de Vigón aunque con el tiempo, ya se verá, todo quedará posado en el imaginado Campus de la Milanera y Hospital Militar. En San Amaro. Dicen que es mejor un lugar para cada cosa y por esto estamos seguros de haber acertado con la situación en el oeste, donde el Arlanzón y los peregrinos se despiden cuando nos atraviesan. Quizás sea obligación de todos, diseñar el futuro de nuestra Universidad y hacerla sentir como burgalesa y castellana. Aún en tiempos difíciles como estos, se puede pensar en romper moldes y ofertar algo con el suficiente atractivo para que muchach@s vengan de otras ciudades españolas y europeas a probar suerte. Con ganas de aprender, unos cuartos en el bolsillo y para de conocer la vieja castilla que un día estuvo presente en el mundo. De nuevo habrá que preguntarse cual es el modelo de ciudad que tenemos o al menos, pretendemos. Industrial, heredera del pasado con Atapuerca, orgullosa de su frío y universal gracias a la encrucijada de caminos donde la posaron. Ingredientes sobran para hacer de esta pequeña urbe algo donde nuestros hijos sientan el orgullo de vivir y presumir de ella. El diseño de las partes y el todo se entiende mejor a vista de pájaro al separarse de suelo al menos, cinco mil metros. Hace pocos días cayó el talud el viejo ferrocarril que partía en dos el campus, y cualquier día de estos, el puente de hierro. El Parral y el descampado que prevé la ampliación de la Politécnica, quedan ahora enlazados mágicamente por el trazado del río. La Facultad de ciencias económicas y empresariales de la mano con Derecho y Rectorado en el Hospital de Rey. Pabellones del viejo Hospital militar que ahora se remodelan y adaptan a la docencia, abren su mirada al Parral para ordenarle y entrar en él. Es ahí donde está la clave, porque imaginar, es gratis.

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