El Correo de Burgos

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EL 14 SE nos escurre entre los dedos y otra vez más escapa de nuestro alcance como un hurón se esconce en su madriguera. Año que es cola de león y espejismo en el desierto de los que creemos que las cosas pueden ir a mejor. Hay gente de bien que aún queda en la casta de empresarios que marcan el camino y están seguros de sí mismos. Que tienen agallas y hay que desearles buena suerte en los negocios que arrancan contra corriente. Porque necesitamos buscar signos en las estrellas que nos animen y nos empujen a tirar del carro. Burgos es pequeño y no hay nada que se mueva y pase desapercibido. Un local que se habilita para tienda de pipas es ya de por sí, un signo de bonanza. Y si el puesto de castañera deja de estar al final de la calle, se interpreta como un retroceso de ciudad. Hay gente valiente que mira a los ojos encendidos del dragón del futuro y tira para adelante con dos cojones como el caballo de espartero. En esto he tenido que aprender las reglas del spinning y fitness. Zumba y gravity. La cultura de salud se materializa en el ritual sagrado de machacarse todos los días un poco en el gimnasio como un lugar de culto y encuentro. En Reyes Católicos se abre centro donde podéis sudar la camiseta con atención personalizada y máquinas diabólicas para quemar calorías. Somos robots termodinámicos con una biología casi perfecta después de miles de años de evolución. Nos encanta meter combustible con sabor salado y dulce también. Pero la barriga hace que los hombres perdamos la autoestima a partir de los cuarenta y andar conteniendo la respiración, cansa. Qué les voy a contar. Las señoras lo llevan con más dignidad por aquello de que han sido madres y tienen al menos, una escusa. Una buena cena de las que nos metemos con amigotes, con chuletón, postre, café copa y puro, suma cuando menos, mil quinientas calorías. Desayunar un cafetito, pincho a las once y comida en casa, otras mil. Muchas más de las que necesitamos para quemar en el día a día. A la piltra con un exceso de quinientas calorías, a nada. O sea, echamos a la tripa más de lo que somos capaces de metabolizar. De ahí los Michelines, la papada, el culo caído y el pánico al espejo. El remedio está en el esfuerzo y aguante al sufrimiento que imprime sudar la camiseta en el gimnasio. Una religión que se impone y es garantía de vida si en verdad queremos durar un poco más. Lo tenemos cerca, el nuevo centro deportivo Volcano será un referente que pronto los bugales@s podrán juzgar. Un proyecto ambicioso, visionario y sobre todo refrescante, que revienta el miedo que otros tienen a emprender en tiempos difíciles. Suerte y al toro.

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