El Correo de Burgos

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LA ÚLTIMA campanada de 2014 daba comienzo a 2015. Un año que se me antoja convulso pese a las muestras de excesivo optimismo que andan demostrando en estos últimos días nuestros gobernantes.

Un positivismo que, a mi juicio, raya en la utopía. Las luces navideñas han debido cegar los ojos de nuestros mandatarios y donde ellos ven brillos, sus ciudadanos observan agujeros negros de los que pocos saben si podrán salir algún día. Ya no hay crisis; repunta la compra de automóviles; los comercios viven su agosto y eso que no han llegado las rebajas; la vivienda sigue a la baja y hasta he llegado a escuchar que hoy, ya estrenado el año 2015 es el momento de adquirir una casa porque nunca se ha encontrado tan barata como ahora.

Díganselo a los bancos que aún muestran cierta reticencia a conceder créditos si no es con avales y requisitos que no pedirían ni al mismísimo dios. Y eso que nos cuentan que el Euribor es el más bajo de la historia.

El precio del crudo cae y hace desplomarse la inflación. No nos quejemos. Pagamos menos, por lo tanto tendremos más calderilla en los bolsillos. Y qué me dicen de los cambios en el IRPF. Lo notaremos a buen seguro en nuestras nóminas de finales de enero o primeros de febrero. Entonces les contaré. Lo contaremos todos, a ver si es verdad que esas reformas para mejorar la economía de las familias medias son reales o forman parte de ese tintineo y brillo de las luces de navidad.

Son fechas para enarbolar la bandera del optimismo. Y no es para menos. Hemos estrenado el año del número bonito, de la niña bonita, el 15, que muchos desearían que saliera de terminación en la lotería del Niño ya que se quedaron compuestos y sin novio con el Gordo de la Navidad.

Pero más allá de esos cantos de sirena, me disculpen ustedes pero no veo cómo puede inundarnos tanto positivismo cuando miles de familias, aún no tienen un trabajo que les facilite una manutención, una vivienda digna, un... sobrevivir tal vez, mientras que seguimos desayunando corruptelas, sobresueldos, tarjetas opacas, fraudes y todo ello procedente de personajillos que precisamente no les falta el parné en el bolsillo para sobrevivir y vivir a ritmo más que frenético. Eso sí, no defraude usted a Hacienda 30 miserables euros -aun sin haberlo pretendido-, que le retienen su devolución o le abren expediente.

El optimismo está justificado. Tengan ustedes en cuenta que la niña bonita nos trae elecciones. Todo es ahora perfecto porque hay que recorrer el camino hacia la urna. Y es que nuestra niña bonita, nuestro 15, ha sembrado el optimismo en las altas esferas.

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