El Correo de Burgos

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GONZALO ARCONADA se ha convertido en el nuevo entrenador del Burgos CF. Su presencia recuerda que hubo un pasado mejor. Los dirigentes blanquinegros quieren enderezar el rumbo de una nave que no acaba de encontrar la ruta adecuada. El donostiarra ha demostrado a lo largo de su carrera que tiene manos para conseguirlo. La historia se repite y parece que lo que JuanCarlos Barriocanal ahorró en verano, lo gastará en invierno. Pese a todo, estoy convencido de que las próximos cuentas llegarán con superávit. La situación deportiva nada tiene que ver con la vivida en la campaña 2011/12, aunque la forma de actuar ha sido la misma.

Algunos no aprenden. Carlos Pouso era muy caro y fue mejor hablar con ‘cienes y cienes’ de técnicos para decantarse finalmente por Fede Castaños, un hombre de la casa y que estaba allí mismo desde el primer momento. En cuanto la grada se ha girado de forma brusca hacia el palco, Castaños ha caído. Le han cargado el muerto desde todos los ámbitos. Han encontrado un culpable y para completar la maniobra de distracción se ha puesto en el banquillo a un entrenador de renombre con un exitoso pasado blanquinegro que garantiza cuando menos un par de semanas de tranquilidad.

El presidente reconoce que el club ha tenido que realizar un esfuerzo para hacerse con los servicios de Arconada. También parecería lógico que el técnico vasco quisiera retocar en cierta medida la plantilla. Más gasto. El máximo mandatario asegura estar preparado para dar el paso adelante si es necesario, aunque también señala que no es partidario de los fichajes de invierno.

En el limbo quedó esa conversación que el secretario técnico David González iba a mantener con Fede Castaños para hablar de la posibilidad de apuntalar la plantilla. Llama la atención que esa reunión nunca llegara. Ofue imposible que ambos sincronizaran sus agendas para tratar este asunto o en el club prefirieron alargar este tema hasta ver la respuesta del equipo en su duelo con el Tropezón, lo que indica que la confianza en Fede Castaños comenzaba a escasear en las oficinas de la ribera del Arlanzón.

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