El Correo de Burgos

Creado:

Actualizado:

ESTOS siete años de vacas flacas han dejado huellas visibles en todos nosotros y otras, invisibles. Ha sido una etapa en la que hemos mirado muy de cerca nuestro alrededor por lo que nos tocaba, y al mismo tiempo, desatendido la vista hacia otros lugares y procesos que se movían en silencio. Hubo un equilibrio que quizá recordemos, endiablado equilibrio por el que el guardián del mundo vigilaba de cerca los demonios del pasado y los espantaba. América compraba y vendía el futuro de manera que si sus embajadores se quedaban cortos, guerras fortuitas en cualquier rincón, segaban cualquier brote de razas o etnias sometidas. Pero también para el guardián hubo hambre que le hizo perder ese hilo dominante de civilizaciones. Quién puede parar a la Rusia caída que busca sitio. Cómo acomodarse frente al gigante asiático de mil lenguas. O la América latina. Y a lo peor, de qué manera convivir con la cara oculta de nuestro oscuro pasado, a la luz de la luna andalusí. Moros y cristianos. Guerras y cruzadas. La huella invisible del movimiento por el que se acerca a nosotros el eco de las guerras vencidas. A ritmo de péndulo lento e inexorable. Cuando los siglos son minutos en la vida de las civilizaciones, se entiende que puede ser cierto aquello por lo que se nos pone de cara a la verdad. Llevamos en los genes la victoria y no queremos perder. Vencer, ganar y conquistar es ley de vida. Como también lo es, fracasar, perder y ceder el paso. En este juego mundial entraremos en los próximos años, donde al igual que el acomodo de los movimientos tectónicos de los continentes, las civilizaciones buscan su lugar, ganado o perdido siglos atrás, en un mundo global. Veremos en las próximas décadas, nuevas fronteras y naciones que desaparecerán, conquistadas por nuevos cruzados sin armadura ni caballería. Lanzas y arietes económicos que controlarán los bancos para tenernos con el morro atado frente al lamento que se escuchará en la red de redes. El papel que hoy y a futuro jueguen los lazos de tela de araña informática, está por descubrir. Una puerta abierta al infinito, sin límite y a la vez, una trampa en la que todos podemos caer al ser controlados. Nadie puede parar esto ni apearse en marcha. El mundo sigue y sigue y a todos nos empuja en su huida hacia ninguna parte. Las enciclopedias que aún se reescriben en papel, contarán que en los años cercanos al 2010 las cosas cambiaron y dieron paso a otras, pero aún no se puede saber por qué ni para qué.

tracking