El Correo de Burgos

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LACOMUNIDAD educativa está en pie de guerra por una ley que el ministro de la des educación esta imponiendo paulatinamente a golpe de imposición, con la fuerza de la mayoría absoluta y con el logro nunca antes conseguido de poner de acuerdo a todos los sectores implicados. Y cuando aún colean los efectos de las últimas movilizaciones de estudiantes por el decreto 3+2 de los grados universitarios en donde Burgos, junto con León ha sido la provincia que en mayor número ha secundado la huelga. Después de las protestas por la reducción de las becas, el corte de nota para obtenerlas; el recorte de profesorado; la subida de tasas; la implantación de itinerarios que sesgan de cuajo la posibilidad de recuperar a los alumnos a la senda del estudio con una FP básica que les impide obtener el título de Secundaria y un largo etcétera, la afrenta a la Educación de este ministro logra, una vez más, aunar voces en contra de la implantación de la Lomce.

El BOE publicaba esta semana el itinerario curricular de la asignatura de religión y las manifestaciones contrarias no se han echo esperar. Más allá de que uno sea creyente o no, de que quiera que sus hijos estudien esta materia o no, el ministro Wert debería saber que forma parte de un gobierno que rige el destino de un Estado aconfesional. Ya sólo por esa razón, debería replantearse que esta asignatura contara para la media de las notas. Y mucho menos imponerla obligatoriamente. Pueden argumentarme que hay alternativas a la religión, pero con tanto recorte ha dejado colegios e institutos sin profesores que puedan cubrir estas alternativas y las familias se ven abocadas a inscribir a sus hijos en la asignatura de religión. En el mejor de los casos, y sobre todo en etapas educativas superiores como la ESO, el debate de temas actuales y controvertidos en algunos casos y el estudio de otras religiones marcaban la pauta de las clases. Pero a partir de ahora, nuestros hijos tendrán que aprender a hablar con dios -es decir, saberse las oraciones de toda la vida-. Más adelante tendrán que comprender y asumir el origen divino de la creación -¡joder si Darwin levantara la cabeza! y ¡acabemos con Atapuerca y el Museo de la Evolución! Se acabaron los debates sobre aborto, familia, evolución... tanto desde el punto de vista cristiano como sociológico; adiós a la existencia del budismo, islamismo o judaísmo, pues quedan relegadas a ser las ‘otras’ religiones monoteístas o politeístas enfrentadas a la verdadera. Y ¡ojo! el individuo será infeliz si no se acerca a dios, porque sólo junto a él se alcanza la felicidad. La iglesia se frota las manos ante la recuperación de su poder.

Con ella y con Wert hemos topado.

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