El Correo de Burgos

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EL CENTRO HISTÓRICO de Miranda está sufriendo en los últimos años una revitalización que intenta devolverle el vigor y la enjundia que la parte más antigua de la ciudad, el barrio de Aquende al otro lado del Ebro, tuvo durante siglos.Algunos de los actos más importantes de las fiestas de San Juan del Monte se celebran en esta zona de la ciudad, cuando el Mirandés consigue un éxito deportivo lo comparte con los aficionados desde el balcón del Ayuntamiento y realizando una ofrenda floral a la patrona, la virgen de Altamira, cuyo templo se encuentra junto al recientemente recuperado teatro Apolo, también allí. Pero el resto del año, pocas ocasiones consiguen arrastrar hasta ese punto a los mirandeses, salvo días especiales como el Mercado Medieval, la Feria de las Flores o la noche de las Hogueras.Hace unos días y con motivo de la Feria del Ángel, el casco antiguo de la ciudad se llenó de visitantes que acudieron a ver los animales de la cada vez más venida a menos feria del ganado, pero también a disfrutar de los productos que se exponen para su venta en el mercado de las viandas, disfrutar del baile de los grupos folclóricos que celebraban Las Marzas y degustar una de las primeras copas que la nueva añada del chacolí mirandés Término de Miranda.Incluso una manifestación convocada en contra de las Unidades de Gestión Clínica concluía en el quiosco de la Plaza de España, lugar habitual de lectura de comunicados al terminar este tipo de acciones reivindicativas.Por si esto fuera poco, los chicos de Ebrovisión decidieron presentar con una ‘gastrosesión’ en plena Plaza de España el Ebrofest que se celebra este fin de semana.No cabía un alfiler entre sus calles, los establecimientos hosteleros estaban de bote en bote, la música sonaba en la calle, los olores de comida se mezclaban con los saludos y las conversaciones entre amigos. Y yo sólo me preguntaba ¿Por qué no somos capaces de mantener este tipo de citas salvo ocasiones especiales?.Cuando a alguien se le ocurrió decir que nuestra vetusta Parte Vieja era en realidad un ‘Conjunto Histórico Monumental’, a mucha gente se le abrieron las carnes y tildó de redichos a quienes se empeñaban en la importancia de emplear la nueva nomenclatura. Pero es que, algo tan simple como llamar a cada cosa por su nombre, propicia que la propia ciudad conozca sus fortalezas y sea capaz de ponerlas en valor.Hasta hace unos años, poca gente creía que en Miranda hubiera un castillo, pero el empeño por impulsar el Centro Histórico ha hecho que la ciudad mire de nuevo ese barrio y se sienta orgullosa de su patrimonio que, pese a lo que se pueda pensar, no es poco.En breve inaugurarán el Apolo y sólo espero que su oferta cultural resulte atractiva a los mirandeses, para que vuelvan a vivir sin dar la espalda a la zona más antigua del casco urbano y disfruten de sus calles y su historia.

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