El Correo de Burgos

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HOY SE celebra el Día Mundial de la Libertad de Expresión y nunca antes en Democracia había visto la imperiosa necesidad de recordarlo. Dos palabras que ahora parecen vacías de contenido y sus caracteres se han tornado diferentes conformando una nueva palabra que yacía en el subconsciente de los demócratas y que ha despertado con gran fuerza.

La censura ha salido de su guarida igual que el oso de la caverna que se despereza en cuanto los primeros rayos de sol primaverales derriten la nieve. Tras el letargo viene con hambre feroz. No ha sido un despertar amable porque su siesta se ha visto interrumpida en decenas de ocasiones. Primero la zarandearon con pequeñas interrupciones que apenas si le quitaron el sueño. Sutiles pero que fueron tejiendo esa tela de araña que de repente un día uno se da cuenta de que no basta con soplarla para que se desarme sin hacer ruido. En la ensoñación de su duermevela fue alimentando el monstruo que llevaba dentro dormido desde hacía años. Un golpe de mano lento pero certero donde el siseo se iba haciendo grito. Poco a poco hasta llegar a la conocida como ley mordaza porque a su guardián no le gustaban las protestas y quería imponer la ley y el orden. Después se dio paso a nuevos comentarios sutiles que le recordaban otros tiempos y rememorando aquellas jornadas de imposición de silencio, aún esperó un poco más para salir vigilante pero tranquila. Las neuronas se auto censurarían. Hombres y mujeres poco a poco volverían a aceptar la imposición con esa resignación que da el miedo a revivir tiempos peores. Comenzaron los escarnios públicos de aquellos que luchaba con la ley en la mano contra los desmanes de los poderosos. Se intentaron destruir derechos logrados a base de lucha y sufrimiento. Pero nada socavaba la voluntad de esa libertad ganada. Comenzaron a caer los velos de la hipocresía y cayeron aquellos que quisieron someter al pueblo, ahora descubiertos por la balanza de la justicia que jugó a ser independiente. Era el momento de despertar a la bestia. Y como un elefante en una cacharrería se pretendió desbaratar la libertad de expresión y de información con el argumento de proteger los derechos de quienes jugaron a ser invencibles. El enemigo tuvo que recular. Pero la bestia ya ha salido de su guarida y ahora, despierta, hacia donde se dirigirá. Hoy, más que nunca, debemos luchar por nuestro derecho a expresarnos libremente. Se lo debemos a quienes consiguieron este derecho para nosotros. Hoy, día de la madre, primer domingo de mayo, también es el día de la libertad de expresión. Debemos obligar a que la bestia retorne a su guarida y que nunca vuelva a despertar.

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