El Correo de Burgos

Creado:

Actualizado:

ME ESTOY quitando. Reconozco que es un vicio y que va a ser difícil, pero es malo para mi salud y necesito una cura de desintoxicación.

Si, lo confieso. Estoy enganchada al smartphone. Tanto, que cualquier día tendrán que inmovilizarme el pulgar porque el uso abusivo del teclado táctil del móvil me está provocando una distensión muscular que acabará en atrofia, lo más probable. Me paso las horas muertas revisando el whatsapp, el Facebook, el twitter, o subiendo fotos a Instagram. Incluso cuando voy caminando por la calle, lo que ya me ha provocado alguna que otra situación incómoda contra el mobiliario urbano. Pero lo cierto es que me encanta. Chocarme contra las farolas no, hombre, lo de tener Internet en el móvil. Siempre he sido una fiel seguidora de las redes sociales porque considero que son muy útiles para mantener el contacto con personas lejanas y que te permiten enterarte de multitud de cosas de manera instantánea, a un golpe de click.

Y sí, también entiendo que tiene sus perjuicios, pero siempre he defendido que son más las cosas buenas que aportan, que la malas.

Pero de un tiempo a esta parte estoy cambiando de opinión, porque tengo lo que un informático llamaría ‘sobresaturación de datos’, miles de impactos a lo largo del día que están consiguiendo que mi humor cambie. Y es que me pesan los comentarios negativos. No los que me hacen a mí, ojo, que tengo las espaldas muy anchas, sino los comentarios negativos en general. Creo que nos hemos acomodado en la cultura de la queja, de la crítica gratuita, del llevar la contraria por defecto. Usamos Internet para deshacernos de toda nuestra porquería, negatividad y malos rollos y lo hacemos con total impunidad, amparándonos en una libertad de expresión que, siendo maravillosa, a veces sirve de excusa para soltar por esa boquita (o en este caso, por esa pantalla táctil) y en ocasiones amparados por el anonimato, todo lo que muchas veces no nos atrevemos a expresar cara a cara, por miedo a la reacción del interlocutor.

Pocas son las veces en que nos tomamos la molestia de decir públicamente si algo nos ha gustado, o de dar las gracias, o de felicitar a alguien por su trabajo. Sin embargo, volcamos nuestra insatisfacción con cualquier cosa que no nos guste, con una verborrea que ya quisiera para sí algún orador famoso.

Por eso me he propuesto desengancharme de mi adicción, porque entre todos han conseguido que se me ponga mala uva cada vez que abro una aplicación y descubro miles de comentarios arremetiendo contra alguien, insultando, ofendiendo, criticando, censurando un comportamiento…

Se acabó, voy a dejarlo. Pero antes voy a cargar un poquito el móvil, que sólo me queda un 5% de batería y tengo que salir de casa.

tracking