El Correo de Burgos

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MUCHAS SON LAS voces que confirman la mejoría de una economía española que desde el año 2008 se ha llevado por delante cientos de empleos, empresas, comercios e incluso personas. Un ejemplo de que la situación no ha mejorado tanto como quisiéramos o tanto como nos hacen ver son, por ejemplo, los últimos datos del paro. No haré hincapié en si el paro bajo en tantos o cuantos, si una Semana Santa con lleno en hostelería tiene alguna repercusión o no, o si el número de empleos del sector industrial crecieron un 16% respecto al año anterior, fijaré su atención en un dato que en muchas ocasiones pasa desapercibido, el número de parados que no recibe ningún tipo de prestación o de subsidio. Actualmente hay 26.400 parados en la provincia burgalesa y la mitad de ellos no percibe ni la prestación por desempleo ni ningún tipo de subsidio, una realidad por la que algunas administraciones públicas y privadas pasan por alto y que dice mucho de una mejoría económica que no termina de llegar.

Algo similar ocurre con la apertura de nuevos negocios en la ciudad, aunque parece que estamos asistiendo a un afloramiento de nuevos locales, especialmente relacionados con la restauración al abrigo del tirón que Burgos está protagonizando en este sentido, la realidad es que en 2015, las aperturas de negocios cayeron un 42% en comparación con el año 2011, lo que implica que se abren prácticamente la mitad de negocios que hace 5 años. A ello hay que sumar un mayor número de cierres que, a pesar de no representar una cifra preocupante, sigue suponiendo una mala noticia para el crecimiento económico de la capital y la provincia.

Son precisamente los profesionales de dicho sector quienes avisan de la situación y es que aunque parecía que el año pasado la tendencia económica iba a cambiar, con datos macroeconómicos mejores, la realidad es que desde finales de 2015 y comienzo del 2016, el comercio ha experimentado un fuerte frenazo. Tal y como aseguraba el presidente de la Federación de Comercio de Burgos, Julián Vesga, la realidad es que hemos dejado de crecer y estamos en un tiempo muerto.

Un tiempo muerto que se está prolongando demasiado y es que la crisis no acabará completamente hasta que no desaparezcan sus consecuencias. Cuando expertos y políticos hablan de un aumento del consumo, de una mayor inversión por parte de las empresas o de que el crédito ‘fluye’ mucho más que hace unos meses, a quienes están en paro estas palabras le suenan a cuento para dormir. El problema reside en que a quien se encuentra en el desempleo desde hace un año, dos o cinco, todos estos datos le importan un ‘bledo’. Lo que esa persona ve es que no tiene empleo a pesar de que otros le dicen que se están creando puestos de trabajo. Todo se trata de relativizar, quienes tienen trabajo ven el vaso medio lleno, son más optimistas y lógicamente consumen más, pero también hay otro lado en la balanza, el parado ve el vaso medio vacío, puede oír que la situación está mejorando pero su realidad es otra bien distinta, que nada está cambiando.

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