El Correo de Burgos

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EL MUNDO se divide entre davides y goliats. Aunque resulte más romántico que David venza a Goliat, lo normal es que suceda al revés. El gigante adopta un sinfín de caretas. La de Administración Pública es una de ellas. Aunque Ayuntamiento seamos todos, este se erige como una gran roca contra la que, por regla general, mueren aplastados los pequeños y salen más reforzados los poderosos. La vida es así, no la he inventado yo, que cantó aquel. El problema surge cuando se cree que es una mamá amantísima que siempre estará ahí porque un día nos hizo una caricia. El Festival Tribu se lanzó a sus brazos confiado, no receló cuando le tendió una alfombra roja ni cuando puso farolillos a su fiesta. Se dejó querer. No dudó ni un momento de la palabra de sus representantes ni recrudeció la batalla tras los primeros golpes. Se rindió. Bajó los brazos a las primeras de cambio. Hacía meses que sus organizadores tenían decidido que no habría cuarta edición. No se puede hacer uno grande de la noche a la mañana. Los sueños se tejen poco a poco. La ilusión no sabe de noes ni de puertas de despacho cerradas. El auténtico David sigue caminando incluso cuando carga una mochila pesada. Si se quiere se puede. La propuesta lo vale. Hay muchos espejos en los que mirarse. La Rúa lleva cinco años con su concurso de música en directo y ha logrado mejorar en cada edición sin un euro de partidas públicas. Un grupo de artistas está grabando un documental sobre la vida y obra de Antonio José porque sí, porque considera que es un personaje a reivindicar y, seguramente, cuenten con ayudas públicas, pero el engranaje se ha puesto en marcha con independencia de ellas. A veces, ese apoyo es muy exiguo pero se estira hasta el infinito como hace Espacio Tangente para componer una programación anual. El II Foro de la Cultura saldrá adelante porque sus artífices se han dejado la piel para defender un proyecto en el que tenían una fe absoluta. Y ahí está Sonorama, que tuvo que hacer equilibrios para no caerse y se ha hecho grande porque quienes lo impulsaron sabían que su idea era buena, porque no entregaron las armas, porque cuando la Junta, la Diputación y el Ayuntamiento les daban migajas ellos querían la torta entera y no cejaron en su empeño hasta conseguirla. Es una pena que septiembre se quede sin el Festival Tribu, que la desidia municipal lo borre del mapa, que sus promotores se hayan rendido tan pronto. Es una lástima que corran tiempos en los que la palabra dada valga tan poco. Sea de Goliat… o de David.

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