El Correo de Burgos

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ELECUADOR de nuestra felicidad está al paso de los cincuenta, cuando las grandes tortugas se emparejan y retejan las tenadas de pueblo. A mí me tocó ese día que nunca olvidaré, sobre todo porque desde entonces cuento marcha atrás.

Viene al cuento porque en breve, asistiré a una fiesta en las que un amigo pasará la prueba de verse todos los días ante el espejo, con mejor aspecto incluso. Y en este caso, con razón porque es de los que se machaca sobre la bicicleta por tortuosos caminos y carreteras locales. Todos queremos llegar a los cien años y ojalá, no sea así si nos entra pronto la chochera de los viejos que no se acuerdan de su nombre ni de sus enemigos. Guárdenos Dios de una madurez que apunta a la vejez serena, con achaques y próstata meona. Lerma ha dado gente notable al paso de los siglos y de aquí viene la saga familiar de los RF, unidos como una piña y chicazos todos. Media docena de hombretones que buena leche mamaron de su madre para llegar a donde cada uno de ellos ha escalado. Los nombres no se dicen ni los apellidos tampoco, pero son sobradamente conocidos en Burgos y hacen amigos por donde pasan porque hablan claro y se dejan querer. Le toca a JRF pronunciar un discurso ante los que veremos como sube la media escalera, seguramente en el Soto, donde no faltaran los Gin tonic que prepara como nadie. Los hermanos se llevan bien cuando las cuñadas se respetan y hacen juntas ganchillo a la moderna. El valor de la familia trasciende más allá del padre, madre e hijos, y cuando se suman los tíos, tías y primos, aparece el clan. Auténtico valor de representación del apellido. Cada vez menos se ven estas cosas tan necesarias para centrar los valores principales que crecen con nosotros desde niños. Habrá buena música, como siempre, cuando nos juntamos los chicos y chicas del Formigal Team en nuestro guateque particular de cuarenton@s y cincuenton@s. Bajo rasante en el Choco Toni, la más de las veces. Todo un privilegio, tener la puerta abierta a compartir buenos ratos con toda esta gente a la que mi chica y yo, hemos encontrado por el camino. Todo empezó en la nieve y cada vez más, buscamos esa escusa para comer las exclusivas sopas de ajo con comino que nos hace el Cabo. Somos de ciencias y letras, no sabemos de nuestro pasado ni nuestro futuro. Comemos, bebemos, bailamos los mejores temas. Al día siguiente, casi no nos acordamos. Por eso, hay que reconocer que si no tienes amigos, tu vida es más sosa, tosca y desanimada. Ah, y a ellas les delata el color de sus cejas.

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