El Correo de Burgos

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Con todos mis respetos, ahora entiendo aquello de ir por ciencias o letras, y la pregunta mágica de discoteca, “estudias o trabajas”. A casi la mitad de aspirantes a bombero en nuestro Burgos bendito, se le ha caído el alma a los pies cuando han quedado descartados en fase previa. Les esperaba, en lugar del sable, la pluma, sin opción a la manguera. Sin duda, el acceso a la empresa pública es cada vez, más restrictiva y quienes optan a ello, se lo han ganado. A excepción, si alguien consigue entrar por vía digital, cosa prácticamente extinta. Otrora fueron aquellos tiempos. La función pública ha de captar a los mejores preparados en cualquiera de los campos, porque de ellos dependerán quienes están en lo privado y en el día a día de la calle. Reglas del juego para entrar y reglas para seguir, con el suficiente atractivo para la promoción interna y recompensa de los más válidos. Pero algo tienen los ministerios y similares, que cuando se entra, ya no se sale y la regla de vasos comunicantes, tiende a igualar las capacidades. Ya no digo, el esfuerzo. Rara vez nos encontramos con el “vuelva usted mañana” de Mariano José de Larra, pero aún quedan ecos. La profesión de bombero es de las que exige preparación física y psíquica a nivel elevado, lo sé porque conozco a unos cuantos que duermen con el uniforme de guardia y salen disparados en el camión rojo de luces naranjas. Fuego no es lo mismo que juego, ya lo saben, aunque alguno ande un poco parco en palabras y letras. Arriesgar su vida para salvar la nuestra en un tráfico o subir a la escalera que se tambalea. Efectivamente, no es lo mismo, su vida, que, subida. Pero por suerte o desgracia, alguien o algunos han tenido que pegar un puyazo al toro bravo que es capaz de subir por la soga. Si ahora hiciesen un repaso a funcionarios y altos funcionarios que llevan años, en la cuestión de ortografía, se verían muchas caras coloradas y manos sudorosas. Pero las reglas del juego son estas, se anuncian y publican. Las bases son públicas y hay un tiempo para reclamar. Quizás veamos pronto, oposiciones a maestros con una prueba previa de descarte en la que todos corran los cien metros lisos en no menos de 12 segundos. Una vez más, se nos conoce en el resto de España por anécdotas como esta. Aunque, es mucho más que una anécdota. Esperemos que haya sensatez y a quien corresponda, con el debido respeto y al acuse de la presente, tenga por oportuno considerar esta queja. He dicho.

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