El Correo de Burgos

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TENEMOS presupuestos para este año, aprobados en el pleno del viernes pasado con la estrategia de cada grupo político. Al filo de la navaja. Tanto, quien dice no, como sí, o quien se abstiene, será reo de sus promesas. Diez votos de Populares a favor y nueve en contra de Ciudadanos e imagina. Cara y cruz de la moneda en esto. Socialistas y Silvia de Eulate, se abstienen conscientes de que esa forma es otro sí, discreto, silencioso, encubierto. Aparecen nuevos conceptos en la vida municipal de puertas adentro en Plaza Mayor, con adoquín aún de Clinker rojo. Responsabilidad, oportunidad, aceptación, osadía y frustración. Cada grupo de concejales encaja su papel teatral de un Shakespeare reinterpretado en el sueño de esta noche de verano. Entre escaños se vive el mundo irreal donde personajes, atormentados por la dialéctica política y la suma algebraica, dialogan y creen que no hay otro mundo que el suyo. Por otro lado, los burgales@s pisamos las calles despiertos, y en pié, nos deleitamos del espectáculo. Atisbamos e intuimos. Adivinamos. Indagamos en las tripas de cada concejal y no nos equivocamos. Desde que las mayorías saltaron por los aires en gobiernos mayores y menores, hay pasos de obligado consenso donde imposición y resignación, suman como nunca. En este caso, son 9+1+7+10 = 18 votos que no echan el cerrojo, y me atrevo a decir, que de los restantes hasta los 27, sabían que aún negándose, el presupuesto salía adelante. En caso contrario, puede ser que algún grupo también se hubiese abstenido. Como soy de números aunque pude ser de letras, casi el 70% de nosotr@s estamos de acuerdo en el presupuesto aprobado, gracias a nuestros concejales. Es un porcentaje muy grande, difícil de alcanzar con ninguna mayoría absoluta de tiempos pasados. Aquí paz y después, gloria. Va a ser que los nuevos desequilibrios dan una segunda derivada favorable, en la medida que casi todo el mundo está a gusto. Una mágica paradoja. Eso sí, empieza a verse el plumero de quienes, quieren y no pueden. De quienes reman y no llegan. Quienes sueñan quimeras. No queda nada para que la suerte esté echada en las próximas urnas. Vértigo me entra por el espinazo y sudor frío, de pensar en las consecuencias de un presupuesto paralizado. En lo pequeño y lo grande. Me cuesta entender el mecanismo lógico que lleva a decir, un no, a concejales a quienes respeto y tengo por sensatos. Que conocen las consecuencias. Que saben que con esto, pocas bromas. Será que de vez en cuando, otra cosa no les queda, que por exigencias del guión, desnudarse y enseñar las posaderas.

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