El Correo de Burgos

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UNA MALA planificación puede arruinar el más ambicioso de los proyectos. El Burgos CF inició la temporada con el objetivo de pelear por una plaza en el play-off de ascenso. Una cosa son las intenciones y otra la plasmación de las metas en la realidad. Y todo comenzó torcido, con una rocambolesca salida del club de Ángel Viadero, que dejó plantado al club que le había otorgado mando en plaza para gestionar el área deportiva a su antojo. El primer mazazo de un largo Vía Crucis en blanco y negro.

Tras un culebrón que se prolongó en el tiempo mucho más de lo deseable y que mermó notablemente la capacidad de maniobra en el mercado estival quedaron en evidencia las vergüenzas de una directiva, la que encabezaba Juan Carlos Barriocanal, que una vez más dejó patente la inconsistencia de su errática gestión deportiva.

Cuando parecía que Manix Mandiola sería el encargado de dirigir el nuevo proyecto los responsables de la nave blanquinegra dieron un golpe de timón en el último momento, confiando la dirección técnica y la confección de la plantilla a Paco Fernández. El asturiano formó un plantel concebido para dominar los partidos desde la posesión del balón, con muchos futbolistas de un perfil técnico similar. Buenos peloteros con los que armó un equipo tremendamente frágil en defensa y sin demasiado amor propio. Poco duró su aventura en la ribera del Arlanzón.

Un nefasto arranque liguero obligó a la directiva a mover ficha de nuevo en una época de conflicto social en la afición blanquinegra por el hartazgo acumulado tras años de mediocridad deportiva. Sin demasiado tiempo para maniobrar retomaron los contactos con el que había sido su primera opción en verano, Manix Mandiola. Un técnico que cambió radicalmente la cara del equipo, al que condujo desde el farolillo rojo hasta una zona relativamente tranquila a finales de enero. Y al que se le deberá agradecer la salvación de la categoría si esta finalmente se consigue. Pero ello no oculta el disparate de la decisión adoptada, ofreciendo las riendas de la nave a un técnico que siempre ha apostado por una filosofía de juego completamente opuesta a la que podía llevar a cabo con los mimbres que se encontró en el vestuario. La jugada no salió del todo mal. O quizás, sí. El tiempo lo dirá. Pero los bandazos no conducen generalmente a buen puerto.

La nueva directiva blanquinegra se encontró un turbio panorama deportivo (y económico). En la primera faceta se hizo cargo de un equipo en puestos de descenso. En la segunda, quizás llevada por su pretensión de convertir de forma inmediata la entidad en SAD, ha tapado las vergüenzas y los múltiples agujeros de la gestión de la directiva saliente. Algún día quizás sepamos por qué.

Los resultados mantuvieron al frente del equipo a Mandiola pese a que la sintonía deportiva con sus nuevos jefes no era la mejor. Hasta que la cuerda se rompió y optó se por un golpe de efecto para cambiar el rumbo en los tres duelos finales del curso. Decisión arriesgada. Veremos si fue acertada.

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