El Correo de Burgos

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SE ARMÓ la marimorena en el Madrid del amor libre y sin complejos. No son tiempos de mirar mal a nadie y menos, a quien tiene el valor de salir del armario. De todo hay en este coctel de frutas escarchadas, dulces y amargas. El orgullo de ser, como las condecoraciones de los generales , se cuelgan para lucirlas y marcar distancia. Paris cede por un día esa franquicia de Ciudad del amor, pero se queda corta, el amor no tiene que ser prohibido ni mal visto. Hay otro amor que, en silencio hace el día a día y no precisa andar en procesión. Pero a lo que voy es a la que ha preparado la Carmena, alcaldesa que nunca llegará al cielo de Tierno Galván, viejo profesor de la movida madrileña. Por más que el millón de lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales desfilen en el mayor espectáculo del mundo. Nada que reprochar ni ocultar cuando dicen «somos muchos» y así es. Más de lo que seguramente parece. La atracción por un semejante es la llave que abre la puerta íntima a la pasión. A partir de ese momento, todo es natural. Cierto que aún quedan brutos que, al ver un beso entre dos mujeres o dos hombres, se les peta el cerebro porque no lo entienden. Entre el no ver más allá y no querer entender, está la intransigencia y negación del hecho diferencial. Entonces les llamaban, maricones, en la castilla profunda de hace años, cuando nuestros abuelos almorzaban con vino ojogallo en las bodegas. Apedreaban y marcaban a fuego para toda su vida. Hoy no, afortunadamente. Quien ande por la otra acera no ha de sentirse ojeado ni prejuzgado. España camina muy deprisa desde la serena pluma de García Lorca. Bien que este carnaval sirva para mirar otros lugares donde esto está penado, pero aquí no hace falta. Es cuestión de paciencia y que la generación de los que andamos por los cincuenta, tengamos claro que nuestros hijos entienden todo mucho más y mejor que nosotros. Cuestión de tiempo. Pena, ver a políticos de élite asomándose al balcón de las pasiones, más modernos que nunca, rebuscan su nueva imagen, pero no cuela. Los representantes del LGTBI, siglas de las distintas opciones personales, han conseguido su fiesta y minuto de gloria, pero les queda lo difícil. Salir del victimismo en el que muchos se refugian limitando su futuro. Sus capacidades y verdades. Como una Rapsodia Bohemia es el mundo cuando se vive intensamente y se cuenta a los demás. Subirse en tacones al escenario y cantar a bocajarro la verdad de una vida dual, mejor que Freddie Mercury, nadie nunca lo hará. El espectáculo debe continuar.

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