Un museo de portada

LA CARA DE Rubén Martín de Lucas no es habitual entre las que últimamente toman las televisiones para dar vuelta y media al calcetín rojigualda ni su voz suena en las tertulias radiofónicas que ahora duermen más que despiertan. Tampoco su pluma firma las columnas de opinión de las flamantes cabeceras nacionales. Y, sin embargo, habla como nadie del acaparador conflicto catalán. No hallarán en su argumento a Rajoy, ni a Puigdemont, ni a Rivera, ni a Pedro Sánchez, ni a Pablo Iglesias ni mucho menos a los Jordis. Tampoco se enreda en siglas ni ondea banderas. Su discurso no es humorístico, pero sí provoca risotadas. Habría hecho un tándem sin igual con Gila. Rubén Martín de Lucas es artista y hasta el 7 de enero ocupa el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB) con su exposición Geometrías de una presencia efímera. Sus piezas quitan la careta a la realidad e inevitablemente generan risas, cuando no carcajadas, en el espectador. El absurdo afán por levantar fronteras y el ombliguismo del hombre que le lleva a creerse dueño de la Tierra, cuando no del universo, a pesar de ser un elemento insignificante y finito en ella, quedan en evidencia sin necesidad de gritos, partidismos, himnos o enseñas.

Ninguna gracia tiene, sin embargo, Te pregunto, ¿son mariposas?, de Paloma Navares, también en el CAB. Es una exposición bonita, mucho, y seductora. Pero se vuelve más interesante cuando uno hace caso a su autora y ahonda más allá de esa belleza.Las apariencias engañan (y no es un anuncio publicitario). Detrás de los destellos se encuentran mujeres luchadoras, aplastadas, silenciadas, atormentadas... como Alejandra Pizarnik, poeta argentina que acabó suicidándose; Else Lasker-Schüler, escritora alemana perseguida por los nazis; Selma Lagerlöf, primera mujer en conseguir el Nobel de Literatura que ayudó a muchos intelectuales a huir de los fascistas; o Gertrud Kolmar, vate alemana muerta en Auschwitz. Sepultaron sus nombres y su obra creativa solo porque eran mujeres. Han pasado los años. Se supone que el mundo ha evolucionado. Pero cada día hay un nuevo ejemplo de que tanto, tanto, no.