El Correo de Burgos

FERNANDO PÉREZ DEL RÍO

Asociación Dislexia Burgos

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Siguiendo ya una larga tradición, todos los años premio a una ONG. Después de tanto tiempo, la lista ya es larga: Prosame Salud Mental, Betania o Comité Antisida recibieron dicho galardón simbólico por haber realizado “cosas geniales o por simplemente por su mérito diario”. Este año premiamos a la Asociación Dislexia Burgos y DEAS (Dificultades Específicas de Aprendizaje) recién fundada.

Tengo el recuerdo de haber hablado en consulta y en la calle con numerosas personas que han sufrido dislexia. Sabemos que hay diferentes tipos de dislexia, y puede ser una cuestión de grado, es decir, puede ser un problema más o menos grave a la hora de codificar la información. Pero aunque los rasgos disléxicos sean mayores o menores, gran parte de las personas que la han sufrido arrastran una pesada carga.

Es el caso de personas que estudiaban horas y horas y que no conseguían sacar buenas notas pero, además, lo peor de todo es que la inteligencia de un disléxico es normal e incluso superior a la media.

¿Que puede pensar un niño que, estudiando horas y horas, haga lo que haga, sigue suspendiendo, mientras ve que sus amigos con media hora sacan sobresalientes? No pocos disléxicos sufrían sentimientos encontrados entre la humillación de fracasar, el resentimiento hacia los demás por no ser entendido y el hecho de no poderlo hablar con nadie, puesto que ni ellos mismos entendían lo que les ocurría, lo que terminaba siendo un carrusel de desencuentros.

Bien pensado, a vista de los demás, eran fracasos escolares. Algunos disléxicos lo describían como vivir una esquizofrenia. Llegaban a ser los tontos de la clase, otros se volvían macarras y gamberros como compensación a su fracaso o como evitación de su malestar,  otros se escondían humillados a esperar, para algún día, poder desaparecer.

He conocido a disléxicos que a los 40 años se emocionaban al contar su historia entre lágrimas. Otros nunca celebraban su cumpleaños ni se inscribían en ningún club por ocultar que habían repetido varios cursos y tenían uno o dos años más que el resto de su clase. ¡Bien por esta nueva y necesaria asociación! Ahora el reto es encontrar a buenos profesionales que trabajen con la dislexia en Burgos. ¿Los hay?

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