Reinventarse o morir
LA ACTUAL situación obliga a la directiva del Burgos CF a repensar su proyecto. La marcha deportiva del equipo, en trayectoria descendente desde hace varios meses, se ha saldado con la salida del entrenador. Y sin que el club haya sido capaz de conseguir las ambiciosas metas que se había planteado en el mercado invernal.
La directiva tiene las ideas muy claras. La viabilidad del proyecto pasa de forma casi inevitable por su ascenso a la elite nacional. Ese es el objetivo a corto plazo. Para ello se ha convertido en Sociedad Anónima Deportiva (SAD) -una cuestión que se formalizará de forma inminente-.
Pero en este mundillo las inversiones económicas no son directamente proporcionales a los éxitos obtenidos en los terrenos de juegos. Y fuertes desembolsos económicos no son garantía de éxito.
Es innegable que el club ha hecho una apuesta decidida por dar un paso adelante hacia el fútbol profesional. Pero quizá haya errado en alguna de las decisiones estratégicas de mayor calado. La primera, y la más importante, la falta de sincronía entre la filosofía que guió la política de fichajes y la elección del técnico elegido para capitanear la nave.
Con lo que buena parte de los recursos futbolísticos de la plantilla quedaron infrautilizados y sepultados bajo la oscura sombra de un fútbol más propio del Pleistoceno Medio que de una escuadra con ambiciones de ascenso. Las excusas trataron de tapar el vacío que dejaron los goles. Pero la realidad es tozuda y termina por abrirse paso.
Superado el ecuador de la temporada la directiva se ha visto obligada a dar un volantazo en plena marcha para intentar revertir una situación cada vez más preocupante que ni siquiera las ramplonas victorias ante los últimos clasificados pudieron evitar.
Y ahora sí que se antoja completamente necesario elegir con acierto al nuevo capitán de la nave blanquinegra. Con 14 jornadas por delante las opciones de alcanzar el objetivo de partida son reales. Una decisión que puede marcar buena parte del destino inmediato de la entidad.