El Correo de Burgos

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Este verano raro que no se marcha, deja merodear a la picaza en las ventanas inclinadas de mi tejado, mensajera de pronósticos que nadie alcanza. Sólo su vuelo dibuja, círculos en el cielo que desde lo alto y a vista de pájaro, adivina el porvenir. Negra y blanca con larga cola, ha querido distraerme, mientras escribo esta columna de opinión al tiempo que se afinan timbres dentro de la Catedral Octogenaria. La Misa de Réquiem de Verdi en manos de la Orquesta y Coro del Teatro Real, vibra en el pecho de la anciana. Emocionante sin duda, traca final al Octavo Centenario donde tantos pecados mundanos se han redimido, incluso aquellos de vanidad que ni los curas perdonan. Oportunidad única que prefiero vivir desde la distancia al teclado del mac, escuchándola en mi imaginación. No es el templo al interior en su caverna gótica, el volúmen más apropiado para la resonancia de esta obra maestra, puesto que se pierden matices que ofrece un auditorio romano. Nuestra Seo, anoche despertó del letargo de oso que la entretiene y hace perdurar, notó en sus huesos de piedra de Hontoria, ecos de cuerdas, metales y voces desnudas de hombres y mujeres que en esto, no riñen. Mil almas han llenado la nave central, temerosas de Dios. Hoy vemos en las primeras filas, cómo trasciende en los medios de comunicación, locales, regionales y nacionales, caras conocidas. Prohombres desnudos bajo el huracán del arte que les atraviesa dentro de esta caja de música mágica. He tenido el privilegio de compartir de tú a tú ayer, mesa y mantel primero en Covarrubias y luego en Olmillos de Sasamón con Jerónimo Saavedra, recién aterrizado de Canarias con su gran amigo, anfitrión y hermano en el sentir, Yusef. Ambos, acompañados de Javier Algarra. Ha dado tiempo para hablar de lo humano y divino, de arte y cultura, del Teatro Real tan cercano a él, en el Madrid de los Austrias. Del péndulo que acompaña la política nacional que mejor que nadie conoce desde que fue ministro socialista. Crisol de sabiduría cuando narra mirándote a los ojos con una leve sonrisa y resume la verdad a la vez que apuramos el Brandy Peinado de 100 años. Me ha preguntado por las puertas de Antonio López, por la vida de Burgos, por quienes mandan. He hecho una apuesta con él, el futuro alcalde de la Ciudad sale hoy en la foto bien arropado, porque desde hoy se empieza a fabricar una cara amable que todos aceptemos desde el subconsciente. Lleva ya desde hace pocas semanas, se deja ver de refilón en actos protocolarios, estrenos y festejos. Hagamos apuestas.

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