El Correo de Burgos

Una alcaldesa experimentada y de gran perfil político

Ayala añade un perfil político muy diferente al de la mayoría de sus predecesores 
que le permite debatir con soltura, al más puro estilo Ayuso, sobre cuestiones 
ideológicas que van más allá de la gestión local en un momento previo a unas elecciones 
generales en el que los alcaldes son la primera bandera de sus respectivos partidos

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Han transcurrido 16.048 días desde que tomó posesión en Burgos el primer alcalde del periodo democrático hasta que por fin una mujer ocupa la presidencia del Pleno de la Corporación Municipal. Fue el 10 de julio de 1979 cuando José María Peña se convirtió en el primer alcalde democrático tras la aprobación medio año antes de la Constitución Española vigente. Ayer, uno de sus hijos Ignacio Peña, contribuyó con voto y el del los otros tres ediles electos de Vox a investir a Cristina Ayala como primera alcaldesa de la ciudad de Burgos en sus 1.039 años de historia; séptima candidata que ostenta ese cargo en el que le han precedido Peña, Valentín Niño, Ángel Olivares, Juan Carlos Aparicio, Javier Lacalle y Daniel de la Rosa.

Ayala tiene experiencia en la administración local y en las responsabilidades de Gobierno, tanto en el propio ayuntamiento burgalés como en la Diputación Provincial, así como en la politica autonómica por su paso por las Cortes de Castilla y León y en la estatal, dados sus relevantes cargos en el Senado donde figuraba como secretaria cuarta de la mesa de la Cámara Alta. Esta trayectoria subraya una larga carrera política que comenzó muy joven y desde los peldaños iniciáticos, aprendiendo de ‘vacas sagradas’ de la politica local burgalesa como Vicente Orden Vigara, Juan Carlos Aparicio o Juan Vicente Herrera. Su enorme capacidad de trabajo, constancia e insistinto político se ha puesto a prueba en sucesivas campañas electorales en las que ha dirigido la estrategia, los tiempos, las personas y encajado victorias y derrotas. Ayala es, sin lugar a dudas, una persona de partido. Pocos políticos se han reunido a lo largo de los años con más asociaciones, representantes de municipios, particulares, entidades sociales o culturales, o cualquier otro terminal de la red capital en la que se articula la participación social. Lo hizo en sus primeras campañas como asistente aún universitaria y lo ha vuelto ha hacer en estas municipales. Quien argumente que Ayala por su condición de senadora y residente circunstancial en Madrid desconoce la realidad de Burgos se engaña: sólo en la presente legislatura ha realizado más de 700 preguntas al Gobierno sobre cuestiones de interés para Burgos y su provincia.

Ayala añade, además, un perfil político muy diferente al de la mayoría de sus predecesores que le permite debatir con soltura, al más puro estilo Ayuso, sobre cuestiones ideológicas que van más allá de la gestión local en un momento previo a unas elecciones generales en el que los alcaldes son la primera bandera de sus respectivos partidos. Adicionalmente, ha conformado una lista electoral con la que se siente muy cómoda, respaldada y protegida del ruido que ha despertado su pacto con Vox y los argumentos del PSOE a favor de que dejase gobernar al partido más votado. Poco partidaria, como confesó en su discurso, de resaltar su condición femenina asociada a logros políticos, sin embargo será abanderada de ese nuevo feminismo razonable y no divisivo. Dos términos que definen bien su carácter. En lo personal, gana en las distancias cortas y es tan tenaz como leal y perspicaz. Sabe leer bien las situaciones y a las personas.

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