El Correo de Burgos

Leslie y Hammond

Agustín Herrero

Día y día

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Al tiempo que escribo esta columna, se asoma al balcón de Wimbledon nuestro mejor embajador. Este chaval hace fácil lo difícil mientras tutea a Felipe VI nuestro Rey que le ha pedido hacerse un selfie. Así se enteran en Europa de una vez, que España es sólo una y no hay españas pequeñas dentro de ella. Carlos Alcaraz y sus veinte años son buen ejemplo para la juventud que arrastra la pesadumbre de un país gafado por los rotos y descosidos, por los ventajismos, por la desilusión y el contrapié de la mala política. Cualquiera de ellos puede triunfar si se lo propone y hace realidad los sueños. Con esta final del mejor tenis que ha durado cinco horas, hemos matado la tarde del domingo de ayer, con buen sabor de boca para arrancar este áspero lunes. Nos hemos metido en el cuello de botella de una semana corta que empieza hoy hasta el domingo próximo que nos espera, con millones de bocas de metacrilato abiertas, hambrientas de papeletas y recuentos frenéticos para que al próximo lunes no se hable de otra historia. Al estilo de Shakespeare “To be, or not ot be: that is the question”, Sánchez o Feijóo, esa es la cuestión en la que al parecer, se nos va la vida. Salga lo que salga, hay quien dice que todo cambiará y quien no lo ve tan claro. Si siguen los mismos, ni que decir tiene que lo harán con las manos atadas, como hasta ahora hacen. Si previsiblemente entran las derechas y ojalá sea así, para empezar tocará medir el diámetro del agujero negro por el que se cuela el ahorro, el capital, el interés y la ilusión también. La remontada será difícil cuando se llamen las cosas por su nombre. Al pan pan y al vino vino, al paro que es fijo discontinuo, a la babel de las mil lenguas que discuten en el patio de los colegios. Hagámonos a la idea de que cualquiera de los dos candidatos mayoritarios puede gobernar otros cuatro años y que nunca se pondrán de acuerdo en juntar fuerzas para apartar las moscas. De izquierdas, derechas y más palos somos todos y convivimos sin preguntárselo. Sacamos objetivos en común en el circo de la vida, ganamos, perdemos y repartimos sin entrar en barrena como lo hacen cuando asientan sus espaldas en los escaños. Qué lejos están de nuestra forma de vida y del día a día. Sea como sea, pegan carteles y prometen, calibran sus mensajes, cuentan votos con los dedos y más que menos, se hacen la cama y suben los sueldos.

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